¡Era horrible ir al pediatra! Te dejaban años con una
creciente angustia en la sala de espera, te picaban la garganta con un palo, te
metían una lámpara por las orejas, te daban de martillazos en las rodillas y
para cerrar con broche de oro te inyectaban. Al final el doctor te daba una
insípida paleta pensando que así todo estaba olvidado
. No hagas a tus hijos
recordar estos terrores en su día especial, evita comprar las paletitas de
acuarelas y mejor cómprales las de mango o sandía con chile.