Estamos ahora en la Barranca de Tarango, una de las dos afectadas por la Supervía. Asomémonos a ella desde la Avenida de los Poetas: de un lado veremos una fila de edificios nuevos, de lujo, avanzar hacia abajo, cubriendo casi por completo la primera parte de la hondonada. Del otro, un amasijo de casas grises hasta que el horizonte se vuelve Santa Fe. Junto a los inmuebles, y casi como buscando un sitio entre ellos, hay miles de árboles que componen la zona que el 22 de julio de 2009 el GDF decretó como Área de Valor Ambiental.

Eso significa que queda prohibido su uso de suelo para la vivienda, la agricultura y la industria.

Eso significa que queda prohibido su uso de suelo para la vivienda, la agricultura y la industria. Según Martha Delgado, «la decretamos para tener un plan de manejo e instrumentos jurídicos para conservarla». Según la funcionaria, el área estaba en el abandono, aunque en 2008 se realizó un programa de reforestación en cooperación entre el GDF y ONGs. Además, durante años, la Dra. Ana Ochoa Mendoza del Instituto de Ecología de la UNAM ha estudiado a profundidad la zona: ha hecho una lista detallada con especies de encino, capulín, tejocote, fresno, madroño, dalia, agave, huizaches, mezquites, bromelia, helecho y orquídea que viven en el área; 45 especies de animales, entre los que se encuentran seis especies de serpientes en peligro de extinción enlistadas en la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-SERMARNAT-2001). Ha detallado que la barranca es una de las zonas donde más llueve en la ciudad, lo que fortalece el sistema hidrológico, mejora la calidad del aire y provee 70% del agua que se consume en la cuenca del Valle de México. Sus investigaciones la llevaron a proponer la unión de esta barranca con el Desierto de los Leones y Huixquilucan para crear un corredor verde que mitigue los efectos de la contaminación. «Es uno de los escasos pulmones que le quedan a la ciudad (…), de las pocas zonas que resguardan fauna y flora endémicas. Hasta hace pocos meses, era la única barranca del poniente sin urbanizar.»

Es uno de los escasos pulmones que le quedan a la ciudad, de las pocas zonas que resguardan fauna y flora endémicas.

El 11 de diciembre de 2009, se publicó la Declaratoria de Necesidad para dar una concesión para explotar y administrar una Vía de Comunicación Urbana de Peaje (Supervía) en esa zona. La primera semana de abril de 2010 se entregó la notificación de expropiación de más de 100 predios en Tarango y La Loma.

«El grave problema de movilidad en el surponiente de la ciudad es innegable; es una obra necesaria desde hace muchos años pero que no había podido hacerse porque los proyectos eran muy impactantes ambientalmente. Ahora tenemos la tecnología, las tuneladoras y técnicas constructivas que permiten saltar las zonas que tienen algún valor ambiental.» Esto es lo que asegura Martha Delgado, quien, antes de ser la secretaria del Medio Ambiente del DF que aprobó el proyecto de la Supervía, se opuso al segundo piso del Periférico por razones muy parecidas a las que ahora minimiza: «[La barranca de Tarango] no es el último pulmón de la ciudad; el verdadero pulmón es el Ajusco o Tlalpan, ahí sí hay zonas importantes de recarga».

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Superv (Fotos: Carlos Aranda)

En diciembre de 2004, Delgado publicó en el periódico Reforma: «Con los segundos pisos hay un mayor interés por mover autos y no por implementar una reingeniería del transporte con beneficios directos al grueso de la población».
El documento en que la Secretaría del Medio Ambiente evalúa la Manifestación de Impacto Ambiental de la empresa Controladora Vía Rápida Poetas para la construcción de la Supervía indica: «Se declara “Área de Valor ambiental con la categoría de “barranca”, a la Barranca de Tarango, con una superficie de 2,671,893.18 m2, ubicada en la delegación Álvaro Obregón; en virtud de
que es la última barranca en el poniente del Valle de México que se encuentra libre de urbanización en casi toda su extensión, albergando una gran biodiversidad de flora y fauna nativas». Si no es importante, ¿por qué decretarlo Área de Valor Ambiental? En su oficina en el Zócalo, en donde destaca junto a su escritorio una artesanía de ramas en forma de bicicleta que simboliza el viaje un millón de la Ecobici, Martha Delgado asegura que «las Áreas de Valor Ambiental son aptas para que la ciudad tenga zonas verdes y recreativas. No tiene mayor ciencia, la ciudad decidió hacer un túnel ahí para conservar y no pasar la carretera por encima de la zona. Hay una intención política detrás de la oposición a la obra con más condicionantes ambientales. Es triste que la comunidad cuestione estos proyectos de conservación a raíz de la Supervía, porque nadie antes había conservado la zona. Se está evaluando una vialidad urbana como si estuviéramos en la Selva Lacandona».