Su nombre es Jenny Granado, tiene 27 años y es brasileña, aunque hoy radica en nuestra ciudad. Abiertamente feminista, se dedica a diversas actividades como las artes visuales, la música, la danza y el performance. Colaboradora constante de espacios independientes como Casa Gomorra y Punto Gozadera, ha encontrado en la expresión corporal, particularmente en el perreo, una forma de expresión que busca cuestionar las estructuras sociales tradicionales.

Platicamos con ella y nos contó cómo es que desde su perspectiva, “perrear” es perfectamente compatible con el feminismo.

¿Como feminista te gusta el reggaetón?

Muchísimo. Tanto el reggaetón como otros perritmos.

¿Qué otros “perritmos”, por ejemplo?

Funk carioca, que es el ritmo que trabajo, música afro, trap, kuduro: todo lo bailable, y hasta lo no bailable.

Hablando específicamente del reggaetón, hay quienes lo consideran un género misógino y por lo tanto incompatible con el feminismo, ¿qué opinión te merece esto?

Considero que hay música misógina en todos los ritmos, como es el caso del pop gringo. Opino además que la critica contra el reggaetón no es por ser machista o misógino, sino porque es música de barrio. La gente odia cualquier expresión popular, aún más cuando el cuerpo es el tema central. La propia gente que critica el reggaetón suele ser misógina. Hombres, mujeres, trans; todos deberíamos luchar contra la misoginia y su estructura patriarcal. Deberíamos criticar y luchar contra el macho o el misógino, no contra la música. Hablar de que el reggaetón es misógino es desviar el problema problema real: ahí hay un problema de clase y que además no acepta que hay cuerpos que gozan.

Ahora que hablamos al respecto de los cuerpos, ¿el reggaetón no propicia la cosificación del cuerpo femenino para consumo y disfrute masculino?

Quien propicia esto son los propios machos, no el reggaetón. Este género no es algo que surja espontáneamente, cómo un rayo en el cielo. No es un fenómeno natural, es una producción cultural que sirve a la industria cultural. Y claro, en un país machista lo que vende es el sexo, así como la cosificación de las mujeres. Hay que buscar criticar y desarmar a aquellos que reproducen el machismo, no el género musical del reggaetón. Lo que necesitamos no es destruirlo, sino destruir y desarmar las relaciones de poder del patriarcado. Reafirmar esa idea de que el reggaetón propicia la cosificación de los cuerpos es como afirmar que una chica que sale sola con falda corta en la noche propicia que la violen.

¿Existen representantes o cantantes emblemáticas de perreo o reggaetón feminista? Si es así, ¿de qué hablan sus letras?

Sé de reggaetoneras feministas de Argentina como Chocolate, y hay youtubers como Torta Golosa. Yo soy de Brasil y allá escuchamos más funk, y puedo decirte que lo que aquí pasa con el reggaetón es muy parecido lo que pasó en el funk: su criminalización a causa del machismo y después una respuesta feminista. Sobre las letras, hay chicas del barrio que cantaban desde 1998 “La vagina es mía y voy a coger con quien quiera”. Estas eran feministas que no venían de academias, eran chicas que necesitaban pelear por su espacio y por respeto.

Uno de los constantes reclamos que hay acerca de estos movimientos contraculturales, es la apropiación por parte de los negocios, ¿qué postura tienes al respecto?

Si hablas del reggaetón, este no podría considerarse contracultural: es cultura. sólo que no “alta cultura”. Los movimientos contra culturales son otra cosa y se quedaron en los ochenta. El neoliberalismo es una tecnología que se actualiza a todo instante, eso porque fue hecho para apropiarse de todo, dentro de su lógica de consumo capitalista y volverlo mercancía. Todo, absolutamente todo, puede volverse un producto bajo esa lógica. Y cuanto más “contracultural”, más le encanta al comercio, puesto que la moda actual es vender “identidad”.

Hablando de lugares donde se pueda practicar el perreo o se pueda bailar reggaetón feminista, ¿cuáles recomiendas que precisamente no vendan o comprometan el trasfondo del ideal feminista?

Casa gomorra es un lugar en la Ciudad de México que hace muchos años viene generando un ambiente de respeto y con una propuesta transfeminista muy marcada. También está Punto Gozadera o el colectivo anarcopunk Gata Fiera promueve las fiestas Perreo de la banda para la banda. Existe el 77 Centro Cultural Auto Gestivo en la Juaréz, que propone todos los viernes el Laboratorio de Perreo Crítico. Es un laboratorio feminista, anticlasista y antirracista. Propone entre otras cosas pensar los privilegios y repudiar el machismo y la transfobia.

¿Qué le dirías a aquellos que piensan que perrear y ser feminista es incompatible o incluso lo toman como motivo de burla? ¿Cómo empezar a cambiar esta perspectiva?

Pues que esas personas probablemente no han tenido una experiencia emancipadora de gozo y disfrute en una pista de baile, pero que NUNCA es tarde para empezar a sudar nuestros pedos. Les invito a caer a los talleres de ‘desculonización’ para hablar de eso. También que piensen y repiense qué es lo que les incomoda de que otras personas lo hagan. Que salgan a las calles sin miedo y vivan sus cuerpos, sus territorios, sus placeres. Que reflexionen sobre todos los abusos que hemos sufrido y soltar nuestras ideas de “las buena costumbres”, o “las buenas muchachas”. Para cambiar es necesario abrir la mente y empezar a desmenuzar las estructura que nos hacen pensar esas cosas: es necesario juntar fuerzas para dinamitar las relaciones de poder y de género.