Sabemos que habitamos en una zona propensa a temblores. El sismo de 1985 representa una gran tragedia, tanto para los que lo vivimos como para los que sólo han escuchado hablar de él.

A partir de este desastre natural, muchas cosas en el Distrito Federalhan cambiado. Los distintos gobiernos han instrumentado diversos programas de protección civil que incluyen simulacros, alertas sísmicas, planes de evacuación, el “no corro, no grito, no empujo”, salidas y escaleras de emergencia, zonas de seguridad y puntos de reunión en todo tipo de inmuebles, en fin, toda una serie de estrategias y recursos para evitar una tragedia similar.

Pero como los chilangos hemos aprendido a ser desconfiados por la mala, no hay alerta sísmica que nos dé tranquilidad absoluta. Menos, si la mayoría de las veces no funciona. Por ello y porque en tiempos de crisis surgen las mejores ideas, las oficinas han sido verdaderas incubadoras de talento donde se han desarrollado distintos instrumentos infalibles para detectar movimientos telúricos, por mínimos que sean.

Bien dicen que para que algo se haga bien, lo tiene que hacer uno mismo. Ésa ha sido la principal premisa de nuestros ingeniosos y emprendedores oficinistas, quienes sin ser geofísicos han desarrollado precisos detectores que ni el Sistema Sismológico Nacional imaginó.

Ahora, además de la televisión para observar los partidos de la Champions, estos sismógrafos portátiles se han vuelto artículos de primera necesidad en algunos recintos laborales porque de ellos depende la integridad física y hasta la vida de los empleados.

Aquí te presentamos estos instrumentos que han surgido del ingenio chilango. Para elaborarlos no hace falta tener costosos, ni complicados materiales, con los recursos que todos tenemos en nuestro escritorio los podemos producir. Ten lápiz y papel a la mano.

Para este sismógrafo sólo basta contar con un plafón mal colocado. Mira al techo, seguramente hay uno cerca de tu lugar. También, necesitarás un cilindro para agua, con o sin marca patrocinadora, y un cordón que resista su peso.

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Esta otra versión, producto del ingenio chilango, tampoco es complicada. Sólo basta localizar un tornillo mal apretado en el techo, de 10 a 15 clips y un marcatextos u objeto similar. Ingeniería pura.

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Este tercer modelo es más costoso porque es aerodinámico. Necesitarás un avión de cartón, un cordón delgado, y una base firme para sujetarlo. Además de proteger tu vida, también le dará un aspecto lúdico a tu escritorio. No es recomendable, si la secretaria suele llevar a sus hijos, puede ser que el avión desaparezca sin temblor de por medio.

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El siguiente modelo de sismógrafo además de detectar el movimiento telúrico en caso de presentarse, también sirve para saber qué hacer durante esos segundos de pánico donde sueles quedar inmóvil. Para fabricarlo, necesitas un clip grande atorado en la pared, una liga y un elegante borrador. También una hoja donde harás un semicírculo para marcar las zonas “correr”, “desaloje con calma” y “paz y tranquilidad”.

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El último modelo de sismógrafo también es el más complejo. Para fabricarlo necesitarás una silla. De preferencia una que no se use. No vayas a donar tu asiento en nombre de la protección civil y que eso sea pretexto para no trabajar. También deberás contar con un cordón, un bolígrafo o plumón que pinten bien, y una hoja en blanco. Coloca los instrumentos como se indica en la foto. En caso de temblor, inmediatamente verás graficada su magnitud, aunque no sabemos si en escala de Richter o de Mercalli.

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