También hubo mujeres bicimensajeras, por si alguien lo dudaba. Alice Spörri había llegado de Basilea, Suiza. Corría con Velokurier, una empresa cuyos maillots rojos presumen que tiene 25 años repartiendo pedidos sin motor y a dos ruedas y que, a cambio de vestir con sus colores, esponsoriza en parte a sus mensajeros. El sábado, Chapultepec estaba lleno de suizos. El año pasado, este peculiar mundial que comenzó en Berlín en 1993 se lo llevaron a Lausana, una tranquila y pequeña ciudad suiza. Pero al preguntarle a Alice a qué había que prestarle más atención en una carrera en este monstruo de ciudad respondió tajante que a los hoyos. Le dije que estábamos en Chapultepec, un parque, y que uno pensaría que aquí el pavimento no tiene hoyos, pero me demostró que era un iluso. Y una tiene que tener cuidado también con los corredores, dijo. Con todo, correr aquí le parecía agradable. “Es en medio de la naturaleza, no hay tantos coches y —atención— se parece un poco a Suiza.” Cuando uno es vecino de Heidi, aquella entrañable pastorcita de caricaturas que cantaba y bailaba como Björk, y se imagina el caos de esta ciudad, debe de ser una sorpresa correr en un pulmón como Chapultepec.

En algunas viseras se leía Warszaw, Montreal, Milano, Roma, Bern. Los había también alemanes, franceses, japoneses, australianos y neozelandeses. Y una de las favoritas, otra suiza de nombre Josephine Reitzel, corría con una máscara de luchador mexicano bajo el casco. Pero aunque diera lo mejor de sí, “ser chilango” no es tarea fácil. Y a veces ser chilango es una gran ventaja, porque en Europa, pongamos, no se trabaja día a día a 2262 metros. Alice creía estar en forma, pero los primeros días alucinaba al resoplar. Una compañera suya dijo que equiparaba 15 kilómetros “normales” y 5 a esta altitud. Y aún faltaba Moctezuma: a base de salsas y otras delicias que nadie se quiso perder, nadie se reivindicó más que él y se vengó de lo lindo de los ‘aclimatados’. En algún punto de las conservaciones muchos corredores hablaban de sus estómagos. “Hubo algunos que estuvieron dos días en cama”, dice Alice.

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La gran carrera (o el gran reparto)

El recorrido de la prueba principal era un mapa garabateado a través de la Segunda Sección del Bosque. El sábado se disputaba la ronda clasificatoria y el domingo las finales con los 79 mejores de la víspera. Se puntuaba con un sistema de dinero virtual. Un organizador explicó que cada uno tenía que pensar una estrategia, ver si entregaba todos los paquetes o sólo iba por los de mayor valor. Había cajas de cartón cúbicas, fardos hechos de revistas precintadas, pelotas y cajas de pizza que no llevaban pizza dentro. Al final de 90 minutos cada uno sumaba sus puntos totales. Joaco Sánchez, uno de los organizadores principales, explicaba que cuantos más paquetes entregaran más dinero cobrarían. Quizás no fuera bueno acapararlo todo porque si no estaban en tiempo en la llegada, los envíos no servirían de nada. Y si los paquetes terminaban golpeados se les descontaban puntos. “Se trata de recrear un día de trabajo”, dijo Joaquín. Y me acordé de Mario Bross, que antes de ser súper era plomero y en el Donkey Kong, cuando aún no sorteaba cocodrilos, distribuía cajas. Así que no estábamos ante un mundial de corredores, sino de vertiginosos profesionales de la distribución.

Y para muestra, Yisus. Él hacía algo parecido a una fila junto a otro montón de corredores ya tirados por el pasto. No veía muy claro poder volver a competir, porque el trabajo lo esperaba. Cuando me fui, aún sopesaba la decisión y quedó a la espera de ver si la fila, que ya parecía un picnic gigante, se deshacía pronto. Al parecer, el problema de la espera era, como en el día a día, un asunto de logística: con tantos corredores a la vez no había disponibles suficientes cajas.

Ya por la noche Yisus me confirma que logró correr. El domingo en la mañana encuentro su nombre en la clasificación, liderada sin sorpresas por el neoyorquino Austin Horse. Pero Yisus aparece en el puesto 85, el sexto que no logró clasificar. En realidad, eso no cambiaba las cosas demasiado. En la noche, en el bar Caradura de la Colonia Condesa, podría reintegrarse durante el festejo y la premiación con la comunidad cletera. Antes, mientras el canadiense Raphael Pfeiffer remontaba a los estadounidenses Austin Horse y Christina Peck en la carrera del domingo, seguramente Yisus se había enfundado su maillot gris de Los Loosers y andaba esquivando carros en algún lugar de la ciudad.

Los ganadores del Campeonato Mundial de Bicimensajeros

1. Raphael ‘Doble Nakenger’ Pfeiffer Montreal
2. Austin ‘Fghtsx24’ Horse NY
3. Christina ‘Teeners’ Peck San Francisco