Samantha Flores donde pone el ojo, pone la bala: una que lejos de matar, da vida, alegría, esperanza. En febrero de 2016 les hablamos en la revista de esta activista trans, quien a sus 83 años —hoy 85—, nos contaba llena de ilusión acerca de un proyecto tan loable como ambicioso: el primer albergue para las personas LGBT de la tercera edad.

Debido a las restricciones, costos y permisos, su idea tuvo que ir ajustándose, sin que esto disminuyera las ganas de Samantha de hacer algo por los adultos mayores de su comunidad. Hoy este proyecto está a punto de cristalizarse bajo el nombre de “Hazlos brillar de nuevo” (Le Them Shine Again), una casa de día donde los adultos mayores LGBT podrán sentirse en familia.

Esta lucha de Samantha tiene una razón de ser: como la homopaternidad es un derecho recientemente conquistado, es muy claro que muchas gays, lesbianas, o trans no tuvieron descendencia, por lo que al llegar a una edad avanzada casi nunca cuentan con alguna familia que les dé cobijo o soporte emocional. Uno de los objetivos primarios de este hogar de día es precisamente este: brindarles a esos adultos mayores la capacidad de encontrar la familia que por sus circunstancias de vida no tuvieron.

Respecto a si esta forma de atención “especial” a los adultos mayores gays no va en contra de la tendencia integradora, que busca que todos los ciudadanos coexistan en espacios plurales independientemente de su orientación o identidad de género, Samantha afirma: «En realidad es porque así ellos se sienten más cómodos, se sienten en comunidad y en familia. El 99% no tiene hijos ni familia, y los pocos que sí los tienen los han abandonado o los aceptan en sus casas por cariño, pero realmente no los entienden».

Esta clase de proyectos ya existen en otros países, pero a decir de Samantha en México las personas LGBT son sistemáticamente invisibilizadas. Ella, incansable y a través de su trabajo como activista, está derribando el mito de la eterna juventud gay, proponiendo un espacio plural y de convivencia a la altura de los que ya existen en lugares como Suecia, Alemania y Argentina; un lugar de protección donde los adultos mayores LGBT puedan escribir un capítulo más de su historia.

¿Qué requieren para al fin echar a andar este proyecto? Juntar 400 mil pesos, para poder rentar, acondicionar y sostener una casa barata en un barrio popular. Una de las condiciones que buscan es que se encuentre bien conectada con el transporte público, es decir, que encuentre cerca de estaciones del Metro y Metrobús, a las que los adultos mayores por ley acceden de manera gratuita.

Si quieres conocer más a fondo el proyecto y poner tu granito de arena, aquí te dejamos el link para que puedas echar la mano en esta noble labor. ¡Hoy por ellos, mañana por todos nosotros! ¡Enhorabuena, Samantha!