Agustín González de Cossío es una calle tranquila de banquetas amplias, por donde es grato caminar. Aquí es fácil conseguir dónde estacionar el auto y no como en Luz Saviñón o Concepción Béistegui, calles incluso difíciles de transitar en horas pico. Pero en González de Cossío la gente saca a pasear a sus perros, unas religiosas pasan casa por casa pidiendo donaciones sin mayor dificultad que una negativa.

Es un lugar bonito para vivir. En su mayoría hay edificios residenciales casi nuevos o remodelados y los servicios están a unos cuantos pasos: tintorerías, restaurantes, tiendas de conveniencia y hasta una nevería. Está en plena colonia Del Valle, un suburbio de clase media por excelencia.

No obstante, tiene un problema: es uno de los lugares más atractivos para los asaltantes de casas. En la colonia Del Valle, por ejemplo, la cifra de este delito sumaba 46 averiguaciones previas hasta junio de 2012. Supera a la del robo a transeúnte con 37 denuncias, y los robos de automóviles con y sin violencia, los delitos más comunes en la Ciudad de México, a razón de 34 y 26 incidencias, respectivamente, según datos de la fiscalía en Benito Juárez de la Procuraduría General de Justicia del DF publicadas por el diario Milenio. «Aquí (en la delegación Benito Juárez) viven muchas familias con un alto poder adquisitivo», dice María Dolores Fuster, una de las líderes vecinales más activas en la delegación.

La explicación, sin embargo, va más allá y aplica a casi todo el DF: en julio de 2012, el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Procuración de Justicia, un organismo de la sociedad civil que tiene injerencia dentro del actuar de las autoridades, dio a conocer los resultados de un informe que elaboraba hacía dos años y medio atrás; en éste se monitorean los 14 delitos más cometidos en la ciudad. Concluyeron que los únicos que no han podido disminuirse y, por el contrario, han aumentado, son el robo a casa habitación y los robos en el Metro.

Entre sus cifras sobresale una en particular: 80 por ciento de las veces que una casa es asaltada con violencia, la víctima es quien le abre la puerta a su agresor. Son conocidos, pues.

Por eso cuando Juan José llegó al 343 de González de Cossío entró con facilidad; era un viejo conocido. No era la primera vez que hacía trabajos de pintura y remodelación para la familia que habitaba la casa número 5. De hecho lo esperaban para realizar un presupuesto de remodelación. Entró sin contratiempos y, junto con él, dos sujetos más: José de Jesús Martínez Lazcano y Jaime Iván Carranza Báez, este último primo de Juan José. Su parentesco lo determinaron con muestras de sangre que compararon los especialistas de servicios periciales de la procuraduría de la ciudad, al estilo CSI.

El asesinato múltiple ocurrió pese a que en esta delegación los vecinos juegan un rol muy activo de vigilancia. Por ejemplo, hace tres meses la policía del barrio logró desarticular a una célula de asaltantes de vehículos que hacía lo propio en Eje 5 Sur Eugenia y Avenida Patriotismo gracias a información de los vecinos, quienes dieron referencias sobre los asaltantes, horarios e incluso alertaron a los patrulleros cuando los malandros despojaban de un reloj y una pluma de lujo al conductor de un BMW.

Podría decirse, incluso, que varias de las iniciativas de seguridad que operan en toda la ciudad nacieron en esta delegación y a petición de los vecinos, según relata Fuster.

Como el que los policías presenten con todos los habitantes de un barrio o colonia una planilla con sus nombres, fotografía y número de celular para que sepan quién los cuida; la iniciativa del “vecino vigilante”, en la cual un grupo de residentes puede determinar y denunciar zonas de peligro en sus colonias; el que los policías del barrio cuenten con un número directo al cual llamarles paraya no tener que marcar el 060; el “código águila”, en el que los vecinos supervisan los rondines de la policía.

Pese a ello Juan José y sus cómplices entraron a una casa y asesinaron a cuatro personas a plena luz del día.

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