–PorOswaldoBetancourt L.@rockswaldo

Las secuelas tan largamente esperadas tienen el problema de comenzar a generar mucha expectativa en torno a ellas, a lo cual hay que sumarle las cada vez más infladas campañas publicitarias, que en ocasiones pueden jugar en contra de la película. Aquí el daño fue menor.

En esta continuación, hay una conspiración que involucra el asesinato de celebridades de la talla de Justin Bieber (es una de las partes que muchos van a disfrutar, y qué bueno que el canadiense se prestó para la escena), quienes dejan un mensaje que sólo Zoolander puede descifrar, pero su principal preocupación es lograr vincularse con su hijo en y superar su paternidad fallida, lo cual a veces es divertido, a veces no.

La trama se mantiene en el mismo tono de su predecesora, a la vez que también está la relación de fricción y amistad con Hansel (Clive Owen), sin quien no podría funcionar la cinta.

La trama se tarda en atraparte, de hecho la primera mitad no es muy buena, pero la cinta se recupera conforme avanza y el cierre ayuda la levanta (probablemente es lo mejor); eso y los cameos que ya son parte del sello de esta historia. Entre los actores que aparecen, tienen un peso especial Kiefer Sutherland y Benedict Cumberbatch, así como en el terreno de la moda se aplaude que personalidades como Tommy Hilfiger, Marc Jacobs y Anna Wintour se hayan prestado para que nos burlemos de ellos.

Por eso, también está muy presente – como en la entrega anterior – esta crítica contra el mundo absurdo y superficial de la moda. En ese aspecto sigue funcionando y Will Ferrell contribuye a esto con su personaje de Mugatu con su vestuario y sus comentarios punzantes.

Veredicto: Al final recibes lo esperado, un rato de diversión con una película boba.