Por Ira Franco @irairaira

Todos hemos querido ser otra persona de vez en cuando, salirnos de nuestro yo cotidiano y probar lo que se siente vivir, aunque sea un día, en los zapatos de otro. Ésta es la fantasía –que, bien pensada, siempre tiene algo de macabra– que el director y coguionista de esta cinta, Matthieu Delaporte, le permite vivir al protagonista, el agente inmobiliario Sébastien (el estupendo Mathieu Kassovitz), quien se disfraza de otras personas mediante el uso de pelucas, prostéticos y demás parafernalia con las que apacigua su gris existencia.

Un experto en la imitación, Sébastien observa detalladamente los movimientos y la personalidad de sus clientes, para después navegar a sus anchas por sus vidas: toma prestada una vida idílica que no necesita construir, únicamente, sentir. Sólo así está vivo, explica. Lo que Sébastien no sabe es qué tan profunda puede ser la herida de una vida prestada, algo que queda en evidencia cuando se cruza con la examante del señor Henri (uno de sus clientes “clonados”), con quien tuvo un hijo hace 11 años.

Un thriller inteligente, cerebral, que indaga sobre la identidad y la mentira.