Por Jaime Azrad

Un remake siempre es un reto: las expectativas son grandes y ya existe algo con qué compararlo que, claro, es la versión original. Generalmente podemos dividir a los remakes en dos grupos, el primero es el que sólo es una copia que está, pues sí, copiando lo mismo y el segundo es el que cuenta la misma historia pero añade propuestas, críticas y/o adapta la trama a un contexto diferente o más actual. Posesión infernal se tambalea entre los dos grupos.

Tomando la cinta de culto The evil dead (1981) de Sam Raimi, el director Fede Álvarez se lanza con un remake como su primer largometraje y lo hace, a secas, bien. Álvarez da un contexto más interesante a los adolescentes reunidos en la cabaña y conforme la cinta avanza, agrupa tensiones que se disparan con eventos que asustan y dan risa simultáneamente. Todo en medio de un ambiente gore que empuja al límite la fórmula del terror.

Por otro lado, los recursos visuales son los más utilizados para asustar (a diferencia del miedo psicológico del terror de Raimi); esto abarata la cinta al punto en que puede compararse con una producción “original” actual que sólo busca sacar gritos sin objetivo alguno.

Las técnicas para asustar a partir de efectos especiales abaratan al terror desde su estructura, pues parte de la genialidad del terror viejo es que puede pasarle a cualquiera. Hoy sólo puede pasarle a quien tenga un programa de edición muy avanzado.

En fin, los fans de la original saldrán medio satisfechos entre los tributos a la versión de 1981 y los giros inesperados que desvían el propósito original. El que gusta del terror sólo porque sí la pasará muy bien.