Si ya están bingeando la segunda temporada de House of Cards sabrán que la serie volvió a dejarnos los calzones de yoyo matando a otro más de sus protagonistas (el spoiler lo discutiremos más adelante, por ahora pueden seguir leyendo a salvo).

Eso es nuevo. La televisión nos tenía acostumbrados a que los personajes protagónicos siempre estaban a salvo de la muerte, excepto quizá en un final de serie, como fue el caso de Big Love, Dexter o Breaking Bad. Con los secundarios podía pasar lo que fuera. A la abuela de Jen la podíamos despedir en Dawson’s Creek o a Sayid verlo recibir un balazo en Lost, pero con nuestros héroes nadie se metía. Eso, señoes y señoras, ahora es aterradoramente posible.

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Los británicos empezaron con la moda de ser brutales con sus estrellas. De un sólo golpe Torchwood se despidió de dos de sus cinco protagonistas en un sólo capítulo, para darle matarile-rile-ron a un tercero una temporada después. Primeval dejó ir a su protagónico en la segunda temporada, lo cambió por otro y a ése mismo también le dio sentencia de muerte para meter a un tercero a la ruleta rusa. Y del final de la segunda temporada de Sherlock ni hablamos.

Y no han parado. Hace poco Downton Abbey nos recordó que para los ingleses ni en los melodramas uno está a salvo cuando le tiraron un coche encima a Matthew Crawley.

Estados Unidos aprendió que la manera de mantener a la audiencia pegada al televisor era elevando el nivel de suspenso. Y de pronto llega Walking Dead a hacer de sus personajes una carnicería. Y no sólo los de reparto. ¿Alguien veía venir las muertes de Lori y de Shane? No way José.

Hablemos del final de la primera temporada de Game of Thrones. Edd Stark, el aparente hilo conductor de la historia, pierde la cabeza de manera literal y no lo volvemos a ver. Y si ya vieron el infame episodio conocido como “Red Wedding” de la tercera temporada, sabrán que Edd no es el único protagónico dejando Westeros por una mejor vida.

Grey’s Anatomy empezó atropellando a George con un camión, y luego de probar el sabor de la sangre, le siguieron con un avionazo que acabó con las vidas de Lexie Grey y el estupendo McSteamy, cambiando por completo el rumbo del melodrama.

Jimmy se fue a dormir con los peces en Boardwalk Empire, luego de dos temporadas de ser uno de los personajes favoritos de la serie y hasta Brian acabó con su colita en la morgue en la irreverente Family Guy.

Y ahora sí hablemos de House of Cards (spoiler). Luego de deshacerse de Peter Russo en el capítulo ocho de la primera temporada, que hasta cierto punto no resulta tan impactante debido a que el congresista era un personaje de reparto, la segunda temporada nos agarra en curva aventando a Zoe Barnes bajo el metro. Y eso sí es imperdonable.

No nos estamos quejando, al contrario. Nos encanta que la televisión se arriesgue y sea capaz de voltear sus tramas 180 grados con tal de demostrarnos que no sabemos predecir lo que viene.

Si en nosotros estuviera, proponemos la muerte de Damon en The Vampire Diaries y la de Mary Margaret en Once Upon a Time. Agitemos un poco esta martinera y no olvidemos que ya es la ley de la selva, el más fuerte es el que sobrevive y el más fuerte no siempre tiene que ser el guapo del póster.