Por Ira Franco

Una relación ambigua y sutil se da entre dos mujeres de muy distintos orígenes: una francesa de edad madura, millonaria, que va a República Dominicana a vivir sus últimos años (Geraldine Chaplin, en uno de sus mejores papeles a la fecha), y una joven (Yanet Mojica), dominicana, negra, pobre, que vive soñando con irse a Europa a buscar una vida mejor.

Se trata de una fábula del deseo, una historia que transita principalmente al interior de los personajes. A veces se agradece esa forma de narrar, sin muchos diálogos y que nada explique claramente aquella extraña forma de prostitución que ejerce —sin llegar a lo carnal— la joven dama de compañía.

En cuanto a la estética, la cinta se siente auténtica en más de un sentido: las imágenes más sinceras las toma del cuerpo de ambas actrices, una reinante en su sex appeal y su baile caribeño, mientras que la otra se hace consciente, de a poco, de la fragilidad de su carne en la vejez.

Los directores Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán (pareja en la vida real) son capaces de entender los espacios donde sucede el amor no dicho y la cinta resulta una delicadeza que podría parecer lenta o predecible para quien no conecte con el último respiro de los deseos imposibles.