Se llama Vanessa, tiene 23 años de edad y es skater. La voz se le corta al hablar, necesita de una breve pausa antes de retomar su relato. Nos está contando sobre aquella vez cuando uno de sus patrocinadores intentó abusar de ella. Dice que, aunque el suceso “no fue tan grave”, definitivamente la marcó de por vida. “Lo que yo les puedo decir es que no se confíen de nadie. Al menos no tan rápido”. Todas le aplauden al terminar, le abrazan, le dicen que no está sola. Nos estamos refugiando a la sombra de un árbol y, pese a la inminente amenaza de lluvia veraniega, seguimos disfrutando del picnic feminista de Momo Room

Un picnic feminista para skaters

Sí, la mayoría son mujeres jóvenes menores de 25 años, pero también hay mamás y algunas niñas pequeñas. Nos hemos reunido en el Skatepark Constituyentes –en la segunda sección del Bosque de Chapultepec— y discutimos sobre nuestras inquietudes, vivencias y memorias, todas ellas conectadas a través de algo tan simple como una tabla con ruedas.

“Todos los deportes han sido liderados por hombres, pero, si el fútbol para las mujeres es nuevo, el skate femenil es algo nuevísimo”, dice Monse Castera, la mente maestra detrás de Momo Room. Lo describe como un “consultorio creativo” que busca oportunidades para que los sueños de los y las creadoras locales se vuelvan realidad. Dice que suena un poco cursi, pero la misión de su agencia es apoyar y materializar las propuestas de aquellos artistas cuyos talentos siembran una semilla positiva en este mundo. De los que se atreven a ser quienes realmente son, y transgreden a través del arte, la escritura, la fotografía o el deporte.

Momo Room es realmente una agencia y hacemos producciones, castings, y desfiles de moda, todo con perspectiva feminista. Además, tenemos una galería en la Colonia Juárez. Entonces, los diseñadores, artistas, skaters o poetas se acercan a nosotras y nos dicen que es lo que necesitan. Gestionamos y buscamos los recursos, la producción, los colaboradores, las alianzas que se necesitan para que sucedan las cosas. Por eso es que en la galería las exposiciones que presentamos casi siempre son los primeros solo shows de los artistas, porque son muy jóvenes y todavía no están tan inmersos en el circuito del arte. 

Mira acá: Música, arte y poder femenino

“Les pido que se sienten una frente a la otra, y que reconozcan en su compañera esos atributos que a ustedes las inspiran y empoderan”. Y es que además de un delicioso almuerzo cortesía de Cocina Amigo –proyecto de catering enfocado en el low waste y uso de ingredientes locales—, el picnic de Momo Room es moderado por Raquel Ramírez, de la Escuela Feminista de Comunicación. Organiza un par de dinámicas que rápidamente logran su cometido: que las chicas puedan hablar sobre sus experiencias en el skate femenil nacional, sintiéndose cobijadas por una red que las entiende y acompaña en los difíciles procesos vinculados a la violencia de género.

La Escuela Feminista de Comunicación surgió hace dos años y medio. Somos un proyecto de formación feminista para mujeres, adolescentes y niñas, que trata de promover el derecho a la comunicación expresada en una formación teórica feminista, pero, también; en el aprendizaje de metodologías participativas que permitan que las mujeres puedan materializar sus proyectos.


Vizuet Lugo tiene 24 años, y el año pasado inició junto a sus amigas Mixi Skate Crew, una escuela de patinaje hecha por y para mujeres. Reconoce que haber empezado a construir comunidad no sólo le ha ayudado a crecer como deportista, sino como persona. “Por mucho tiempo creí que la competencia estaba afuera, que debía de ser mejor que tal o cual morra para sobresalir en la escena. Ahora entiendo que la única competencia que tengo soy yo misma. Eso me ha hecho sentir mucho más cómoda y segura, incluso a la hora de competir en contra de mis amigas”. Su escuela resultó ser todo un éxito, y ahora es una de las pocas afortunadas que puede pagarse la vida gracias al skate. 

A diferencia de otros proyectos de la compañía, el picnic feminista de Momo Room no contó con ninguna marca de por medio. Se trató de una iniciativa auto gestionada, con el único propósito de pasar una buena tarde entre amigas y patinetas.

El skate no es como los otros deportes en dónde vas a un gimnasio y tienes alguien que te está guiando. Aquí vas tú solita a la calle. Y nos encanta el skate. Pero principalmente nos acercamos a él, porque creemos que es un deporte que necesita mucho feminismo. Porque es un deporte que se hace en el espacio público. 


Ahora mismo, el futuro para el skate femenil luce radiante y esperanzador. Lo que vimos en los Olímpicos de Tokio 2020 –tanto en lo atlético como en lo anímico-, fue tan solo el inicio de la ansiada revolución a cuatro llantas, liderada por mujeres y niñas que ya no se perciben como competencia, sino como hermanas. ¿Habrá más picnics feministas? Probablemente sí. Montse dice que los organizará tan frecuentemente como pueda, y quizás en un futuro hasta un zine sale de ahí. “Es por puro gusto. Por el gusto de estar aquí”. Puedes seguir a Momo Room a través de redes sociales. También a la Escuela Feminista de Comunicación y al Mixi Skate Crew.