No cabe la menor duda de que todos hemos escuchado, por lo menos una vez, alguna palabreja “rara” en una canción, o alguna frase que, por su alto grado de dificultad semántica, resulta sorprendente.

Por ello, aquí te ofrecemos una lista de expresiones musicales que, debido a su belleza pachequérrima, pueden ser consideradas poesía de la más elevada alcurnia ¡Van caladas, van garantizadas! Sin duda, te vas a quedar “de a seis”.

Cabe decir que los intérpretes o creadores de estas joyas del arte universal de todos los tiempos son genios refinados, cultivados en las exclusivas esferas de la intelectualidad y, claro está, se hallan poseídos por las musas de las regiones celestiales (¡oh, Arjona, sal de estos cuerpos inspirados!). Un, dos, tres y… ¡comenzamos!

Auténticos Decadentes

“Tu egoísmo y tu soledad son estrellas en la noche de la mediocridad”, dicen Los Auténticos Decadentes en su rola “Loco (tu forma de ser)”. ¿Qué quisieron decir con “noche de la mediocridad”? ¿Es acaso un presagio apocalíptico?, ¿la venida en seco de los ovnis? ¡Nadie sabe la respuesta! Quizá sólo sea la visión mística-mágica-existencial de un mundo paralelo.

Joan Sebastian

Este cantautor, de igual modo, nos deleita con su canción “Tatuajes”, en la que plasma su visión filosófica respecto a la conciencia y la otredad (what?!), mediante la frase sublime que a la letra dice: “atendiendo a tu razón, me marcho víctima de un álter ego”. ¡Saca la crema pa’ tus tacos! Ahora sí, Joan, ¡te la arrancaste!

Alejandra Guzmán

La Guzmán también hace acto de presencia en este recuento literario con su rola “Hacer el amor con otro”, que en su parte más orgásmica (¡uy!) dice: “no destilan los poros del cuerpo ambrosía salpicada de te quieros”. ¡Guau! Nos encontramos sin duda ante una metáfora llena de pasión calenturienta, que incita a salpicar esos manjares de la carne. ¡Pobrecita Alejandra!, ya me la imagino toda ardiente y contenida en los brazos de otro (preguntándose qué diablos es la “ambrosía”).

Ricardo Arjona

“Olvidaaarte, ooolvidarte es querer jalarle el pelo a una botella”. No puede faltar en estas referencias el “Góngora” de los cantautores: Ricardo Arjona, quien sin duda le jaló bien duro (el pelo) a su pachita de ron (rompopito, ron polano… ve tú a saber), para componer esta obra maestra intitulada “Olvidarte”.

Caifanes

“Aunque no te importe nada la vida de un delfín, nadarás a fin de siglo en tu pecera.” Los Caifanes logran con estos versos lo que ni el mismísimo Quevedo imaginó en sus más húmedos sueños. Bueno, ¡ni Juan Luis Guerra se la desenrolló de esta manera, tan lírica, tan pasumecha! El chico Saúl Hernández, sin duda, se hallaba en un mal viaje de epazote y cruda panteonera cuando compuso este himno a las brujas: “Amárrate a una escoba y vuela lejos”.

Roberto Carlos

Toca el turno de Roberto Carlos, sí, ese gran romántico de antaño que hizo suspirar a las abuelas de hoy. Su tema “Un gato en la oscuridad” conforma toda una poética de la pachequez. Ahora verán, el trovador nos canta: “el gato que está en nuestro cielo no va a volver a casa si no estás”, y más adelante: “el gato que está triste y azul nunca se olvida que fuiste mía”. O sea, primero ve a un felino en el horizonte (cual Alicia en el País de las Maravillas), y luego lo mira triste, pero sobre todo ¡azuuul! Ni hablar, ¡rifadísimo!

Espinoza Paz

Este cantautor también levanta el dedo con su tema “Lo intentamos”, que en alguna de sus líneas dice: “será muy tonto hacerle caricias a la pared”. Si bien no es propiamente una metáfora, la imagen que nos brinda es un derroche de poesía: imagínate al Espinoza cachondeando los bordes del muro sin resanar, cual si fueran las chichimecas de una diosa griega.

https://www.youtube.com/watch?v=fNcVLiRXkAE

Reyli

Este músico (quien a decir de los conocedores es el Arjona del siglo XXI) reclama su sitio en esta lista; su canción “Amor del bueno” comienza de esta manera: “como cuchillo en la mantequilla, entraste a mi vida cuando me moría”. ¡Órale! Esto refleja la condición trágica del ser y su destino (¡me cae que ni los griegos!), miren que mezclar la muerte con la mantequilla no cualquiera lo hace, eh, ¡no cualquiera!

Como podrán ver, el lirismo fluye cuando el corazón palpita duro y crepita al por mayor. Con estas metáforas sublimes, el cuerpo se alacia, languidece la razón, se erizan los pelitos del occipucio y, consecuencia inevitable, se encuera el chino (que diga, se enchina el cuero).

En fin, ¿qué otras rolas te han hecho vibrar con su poesía?

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