Así le apodaban los de la delegación Tlalpan por lo menos durante la administración de Ramón Aguirre. Cada vez que un funcionario u esposa llamaba, todos en las oficinas estaban aleccionados para decir »está en una junta en el anexo». Nadie mentía. Está en el mero centro de Tlalpan y es un sitio muy agradable en el que conviven empleados de base, trajeados y gente del mercado de enfrente.

El lugar es pequeñito y aunque veas mesas vacías no puedes pasarte así como así. Digamos que sus más de 130 años justifican sus “manías” y tienes que llegar a la barra y luego el mesero te pasa a la mesa. Es estilo colonial, tiene vidrios de colores en el fondo y en las paredes recuerdos de Renato Leduc y Armando Jiménez. También hay teles siempre prendidas como mala herencia de un video bar. Sus tortas de bacalao en bolillo($48) son sabrosas, las fichas pueden salir libremente y hay un trovador con una guitarra reparada con diurex que no es malo.