Cruzando su hermosa puerta lo que atrae es su contrabarra Art Nouveau que como bien dice Michael Parker “te permite experimentar mucho de lo que te da la cantina la Ópera de una forma más auténtica, con mucho más chispa”. Okey, no todo es perfecto.

El color azul de las paredes esta a nada de ser gacho, la sangrita es peor que un kool aid , la tele debería apagarse y podrían sacar los cascos de refresco del baño. Sabiendo eso, aquí hay que caerle después de las 18hrs cuando ya no tengas prisa; para que te aproveches de uno de sus cuantos apartaditos, hagas experimentos para ver cuál de los botones funciona para llamar al mesero y te pongas a observar detalles como los candelabros que recuerdan tarros alemanes de cerveza. Todo mientras escuchas con el resto de la clientela —que supera el promedio de los 50 años— la música de antaño. Tío Pepe es un lugar para beber e intimar. Es una joya singular que está esperando ser apreciada… y restaurada.