Me enamoré de mi muñeca inflable

Conoce algunas historias de estos corazones solitarios

“Sinceramente sería bueno tocarte pero es inútil, tu cuerpo es de látex”, decía Cerati en la canción de “Nada Personal”. Pero, ¿qué tan inútil puede ser? ¿tener una relación con una muñeca de silicona implica comunicación sin emoción? Para los enamorados del amor que no encuentran a alguien de carne y hueso que les haga piojito en las noches, estos argumentos se los pasan por el arco del triunfo.

Y es que actualmente ya no aplica la de “tejones porque no hay ardillas”. No sólo se puede conseguir una muñeca inflable a muy buen precio, sino que la oferta se amplió y ya hay muñecas que, de no ser porque no hablan, uno juraría que en cualquier momento se paran a saludar. 

Ahora bien, ¿qué pasa si la relación avanza? La cosa se podría considerar idónea: disponibilidad inmediata, sin armar panchos, jamás les duele la cabeza y no es necesario discutir si el primer hijo se llamará Fidencio o Masiosare, como su abuelito paterno.

En honor a esos valedores que entregan alma, vida y corazón a sus parejas sintéticas, les presentamos los casos más sonados que han causado revuelo:

El origen

Está de más decir que la Segunda Guerra Mundial (a pesar de ser el sueño de Miss Italia) fue una época sórdida. Insinuar que Hitler fue cruel y despiadado es como decir que Matusalén vivió unos cuantos añitos (969, para ser exactos, según la Biblia).

Según cuenta la leyenda, a Hitler le consternaba que sus muchachos se contagiaran de enfermedades venéreas por andar de coquetuelos y locuaces con las chicas (o chicos) de los países ocupados. Por tal motivo, le hizo el encarguito al doctor danés Olen Hannussen, quien raudo y veloz prosiguió a crear unas chamaconas de plástico galvanizado que, obviamente, resultaron ser güeras de ojo azul (por aquello de la perfección de la raza). 

La idea era que las cargaran en sus mochilas junto con sus chivas de supervivencia. Sin embargo, el sueño se frustró cuando bombardearon la fábrica y los soldados se tuvieron que conformar con los trabajos de Manuela. 

Dicen que esta historia es falsa, pero tampoco nos parece tan fantasiosa, considerando la ambición del Führer…

Tengo una muñeca vestida de azul

Meterse en una relación de pareja puede ser motivo de un gancho al hígado, pero para Sandra Hoyn fue el objeto de una serie fotográfica. 

La historia es ésta: Dirk tuvo dos relaciones importantes en su vida que finalmente culminaron en ruptura. Y, como era de esperarse, terminó con el corazón despedazado. Sin embargo, cuando quiso decir: “hoy voy a cambiar. Salir de dentro de mí y no ser sólo corazón”, se encontró solo y abandonado.

Por tal motivo, emprendió la búsqueda de un nuevo amor que implicó una transacción de compra y venta. Fue así como conoció a Jenny. 

Tras un año de relación decidieron casarse. La celebración se llevó a cabo en el departamento de Dirk y la canción que amenizó el momento fue: “Such a Woman”. No hubo intercambio de anillos, pero en su lugar, Dirk colocó un dije de corazón en su nueva esposa.

Sandra Hoyn consideró única esta historia y por tal motivo retrató a la peculiar pareja en su hogar. En sus fotografías se pueden apreciar las rutinas y dinámicas que llevan, como cualquier otra relación. En ellas se observa cómo Dirk quiere entrañablemente a Jenny, a pesar de su silencio, de su presumible apatía y del deterioro que ya tiene su piel pues, finalmente, todos envejecemos.

92784Jenny y Dirk en la cama que comparten. Crédito: Sandra Hoyn
Jenny y Dirk en la cama que comparten. Crédito: Sandra Hoyn (Sandra Hoyn)

Poliamor plástico

Davecat se casó hace 15 años con Sidore Kuroneko, una chica de tez blanca, labios carnosos y nariz afilada. Se caracteriza por su indumentaria gótica y por ser, digamos, un tanto callada. La pareja se conoció en un club gótico de Michigan y desde entonces jamás se han separado. Cuentan las malas lenguas que Davecat ahorró durante un año y medio para poder comprarla en línea por la módica cantidad de seis mil dólares.

Su historia se ha visto en varios programas de televisión. De hecho, gracias a la transmisión de uno de ellos, Elena, otra chica plástica, se lanzó presurosa desde Rusia para conocer en vivo y a todo color a la pareja. Hoy en día, los tres viven felices en una relación poliamorosa. Claro, nunca faltan los rumores, pues muchos aseguran que a Elena también la adquirió por otros seis mil dólares en Abyss Creations, una de las mayores empresas creadoras de RealDolls.

Los anillos de bodas de los tres están grabados con la frase: el amor sintético dura para siempre. 

De la ficción a la realidad

El sueño de muchas chicas, Ryan “Apachurro” Gosling, protagonizó la película Lars and the Real Girl en la que se enamora de una muñeca llamada Bianca. La relación es tan fuerte que su familia y el resto de la gente que habita en el lugar donde vive, la aceptan y forma parte de la comunidad.

Cuenta la leyenda que Bianca causó tanto impacto en Ryan que decidió llevársela a vivir a su casa. En entrevistas ha asegurado que él no la considera como una muñeca sintética y que es un amor puro, a pesar de no ser correspondido.

¿Será?

Amor filial

Esta historia no tiene un trasfondo sexual como las anteriores. Song Bo fue diagnosticado con una enfermedad que le ocasionaría dolores de cabeza para toda la vida. Esto le hizo creer que jamás conocería a su complemento, su media naranja y que tampoco tendría chamacos corriendo por su casa en pañales.

Por tal motivo decidió entrar al portal de Toabao y comprar una muñeca de 1.45 centímetros de alto con la apariencia de una niña. El detallito le costó 2,200 dólares, pero para él fue la mejor inversión de su vida, pues adoptó a la pequeña como su hija, a quien nombró Xiao Die (pequeña mariposa). Song Bo se la lleva a todos lados a pasear, le compra ropa, la sube a los juegos mecánicos y la atiende como todo un papá dedicado. 

Sí, podría sonar triste, pero esto le dio una esperanza para seguir adelante. *lágrima Remi*

¿Qué les parece? Es curioso, pero a pesar de ser de plástico podrían resultar más interesantes que las “material girls” que inundan las redes con selfies de sus viajes y compras. Quizá estos arriesgados corazones solitarios han reinventado el significado del amor.

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