Me declaro incompetente en asuntos del corazón. En los míos. Porque pa’los del prójimo soy re-buena. Siempre tengo el consejo perfecto, que –claroestá yo jamás haría, pero he comprobado –una y otra vez– que en los demás funciona muy bien.
Desde mi experiencia –personal y profesional–, muchos cojeamos de este pie.Queremos una relación tan perfecta y nos perdemos de la que tenemos en esemomento por estar esperando una mejor. Buscamos ese “ideal” que, dicho sea de paso, nova a llegar nunca porque la perfección no existe.
Entonces, les comparto (porque no sé a ustedes pero a mí me sirve sentir queno soy la única que pasa por este tipo de situaciones).
Estoy mega confundidacon respecto a mis sentimientos. Siempre creí que las personas que sepreguntan si realmente están enamoradas, en realidad no lo están. Hoy, queestoy en una situación similar, me lo pregunto todo el tiempo, todos los días.Y es que, aventarse, no es cosa fácil. Asusta. Nos saca de nuestra zona deconfort, de lo conocido que ya sabemos manejar.
Invariablemente, cuandoalguien me gusta, me pregunto cosas como: ¿Por qué me gusta? ¿Valdrá lapena arriesgarse? ¿Y si pierdo más de lo que gano? ¿Qué pensaría mi familia deél? ¿Cómo me siento cuando estoy con él? ¿Será que sólo es atracción sexual? Constantemente me hago estas y mil preguntas más,esperando unarespuesta que nomás no termino de escuchar.
¿Alguna vez se han sentido así?
Si aplicara mis propios consejos, me diría a mí misma: "Desenchufa lacabeza y sólo siéntelo. No tomes ninguna decisión en este estado y date chancede conocerlo y dejar que te conozca… No salgas corriendo, como siempre.Quédate y ve qué pasa, mientras seas honesta contigo y con él, vale la penaprobar nuevas experiencias, nuevas formas de ver la vida y de relacionarte con
alguien".
Quién sabe. Capaz que por primera vez, me hago caso y escucho a mi propiasabiduría. Veremos.