Todos llevamos un niño dentro, chilangos,  —bueno, la panza normal no cuenta como embarazo— seguimos intentando revivir esas glorias pasadas de una niñez chida y muy chilanga. Hacemos un repaso de los 7 momentos clave en la infancia de un chilango.

7 momentos chidos en la infancia de un chilango

La calle: un salón de juegos 

Desde el “botepateado” hasta la cáscarita en la cancha improvisada con tabiques o envases de Frutsi, en la infancia de un chilango, nunca han faltado. Los encuentros para armar las retas, las guerritas y hasta el “stop” con los vecinos, nos recuerdan que eran buenos tiempos, de inocencia y seguridad, bastaban dos horas de calle, y ya… tenías amigos para rato (toda la vida) ¿Qué jugaban con sus vecinos?

Comerse al mundo 

Antes el dinero alcanzaba para todo, ¿lo van a negar? Con 5 pesitos podías comerte todo lo que quisieras. Bolis, agüitas, chicharrones —con mucha crema y salsa—, congeladas, paletas, frutsis congelados y hasta te sobraba para un sobre de estampas.

Los tiempos han cambiado y en la infancia de un chilango, hoy por hoy, ya no se permite la ingesta de tanta azúcar y grasas, pero no vamos a negar que de los 70 a los 90, ir a la tiendita con domingo en mano, era y siempre será: un bello recuerdo de la niñez.

Intermacambir tazos y estampas

El recreo en todas las escuelas de educación básica, chilangos, siempre fue un campo de batalla. Primero los trompos, para ver quién podía realizar más suertes. Años más tarde la infancia de un chilango sería marcada por la llegada de los tazos, que si Pokémon, que si Looney Tunes, que si Dragon Ball.

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Al poco rato que nos llega el álbum Panini; todas las historias de los animes y torneos de moda estaban ahí; Sailor Moon, Super Campeones, Dragon Ball y hasta Harry Potter. Todas sus historias y rostros en la espera de ser pegados con resistol de bote blanco (ese de $1), para los más fifí con print ¡Ay, qué tiempos!

Gastar el cambio de las tortillas 

Chilango que se respeta siempre se gastó el cambio de las tortillas en el arcade, o se lo ponía todo a las máquinas de chicles gigantes, ¿lo van a negar?

Además de marcar nuestra niñez, el jugar Street Fighter, Contra, Mario 3, King Of Fighters y años después los duelos de baile en las grandes pantallas del Pump It, nos dejaron un legado geek y medio ñoño que abandonamos (ay, ajá) en la pubertad.

Levantarse temprano para ver caricaturas

El show del Tío Gamboín para los más grandecitos, Cositas, Chabelo, Odisea Burbujas, años más tarde, los especiales del Canal Once y la llegada del anime al Canal 7. Crecimos con Remi, Candy, Cuentos de la Calle Broca, Beakman, Ernest Le Vampire, Halcones Galácticos, Thundercats, y lo que gusten y manden.

Ver la televisión llegando del colegio, era todo un ritual, pero hacerlo en domingo muy temprano sin dudas fue siempre para valientes que querían saber en qué se quedó (por aquellos días) Caballeros del Zodiaco y Sailor Moon. 

Armar tus propios juguetes

Los popotes causan daño desde tiempos remotos ¿ya se olvidaron de la cerbatana?, chilangos, la creatividad es el recurso para jugar a todas hora y en cualquier lugar. Si no armaron una resortera con una liga, “el motor” de una bici con envases de plástico, y hasta crearon su propio teléfono con dos latas, entonces… no vivieron la infancia de un chilango.

Es bonito recordar que la inocencia, está y estará siempre de nuestro lado, nunca dejen que ese niño interior deje de ser feliz, y sí, permitan que el recuerdo de otro tiempo los haga sonreír, al leer todos estos momentos que nos recuerdan días felices. 

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