Tener una dentadura perfecta es privilegio de unos cuantos. Si tus genes no se vieron generosos contigo, seguramente te tocó usar brackets.

A continuación te presentamos una lista con todas aquellas cosas que hemos tenido que aguantar con los brackets en aras de lucir unos dientes perfectos.

1. Previo a la aplicación tienes que chutarte la asquerosa pasta que utilizan para sacar el molde de tus dientes. Ello implica arcadas y todo un espectáculo digno para el circo de los horrores.

2. Vives un duelo tras perder esos dientes que te deben quitar para que haya suficiente espacio para los nuevos ajustes de tu dentadura.

3. Ni hablar de la apariencia de hámster que te queda después de que te extirpan esos dientes.

4. Dos palabras: ajuste mensual —o semanal—. Ese inmenso dolor que uno siente después de que el ortodoncista haga lo propio para que tus dientes queden como estrella de Hollywood.

5. Los arañazos que sufres por dentro. Preferirías echarte un quienvive con Pacquiao a tener que aguantar las aftas que te generan los brackets.

6. La cera es tu mejor amiga. Tu aliado contra las heridas de batalla.

7. Si se te ocurre hacer algún deporte que involucre algún lanzamiento de pelota, esta última se convierte en un arma de destrucción masiva. Cuenta la leyenda que algunos han llegado a perder algún diente por esto.

8. Si al ortodoncista se le olvida cortar el alambre al final y te lo deja suelto… ¡ay, mis hijos! Zafas por un tiempo con la cera, pero sacar cita con él se convierte en prioridad nacional.

9. Pensar en morder manzanas, chicharrón, mango o muéganos es un sueño guajiro. Comer en cachitos TODO es una buena solución.

10. Si el escobillón que utilizas para limpiar tus brackets se atora en alguno de ellos, hay que arrancar meticulosamente las cerdas atoradas. Y no es divertido.

11. Si tú y tu novio/a tienen brackets, nunca faltan los que te preguntan: “¿se quedan atorados cuando se besan?“.

12. Si sientes muy sensible la boca, la gelatina se convierte en tu fantasía comestible más cercana.

13. Muchos los portan durante su niñez o adolescencia, pero otros incautos no los usan hasta que están más maduritos. La cantidad de burlas que reciben son in-con-ta-bles y nunca falta el que te apode “Darla”.

14. Si se te ocurre hacerla de ortodoncista y te arrancas los brackets, el resultado puede ser un absoluto y completo desastre anti estético.

15. La cuenta del ortodoncista está repleta de ceros, ceros y más ceros, así que tus papás te ajustician si se te ocurre pedirles que te compren algo.

16. Jamás, jamás, JAMÁS debes faltar a una cita con el ortodoncista. De lo contrario, el tratamiento que duraba un año se convierte en la secuela de la Historia Sin Fin.

17. Nunca falta alguien que te diga: “Tienes comida entre los dientes, ¡jamás sufrirás de hambre con esos brackets!” Ja, ja… chistoso.

18.¿Navidad? ¿Día del Amor y la Amistad? ¿Día de la Independencia? ¿Hoy te vestiste morado? Las ligas se adaptan a la ocasión. ¡Sí, señor!

19. Cuando te los quitan, escuchas cantos angelicales en el consultorio. Una vez que te miras en el espejo disfrutas por HORAS tu nueva apariencia sin esos fierros en los dientes.

20. Increíble, pero cierto: llegas a extrañar los brackets una vez que te los quitan.

¿Qué otras cosas has vivido con estos inseparables amigos?

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