Los jugadores eran unos cabezones con cara de pocos amigos que podían
hacer supertrucos. La infalible chilenita estaba presente, también las
cañas (cuando fauleabas a alguien se le salían los ojos
) y por supuesto
los festejos de gol. Una experiencia divertida en 8 bits, que también
pasó a ser parte del repertorio de los vaguitos de farmacia.