Para Mario Rosas, acoplarse a su nueva vida fue lento: vivir solo le hizo percatarse de que el alquiler era muy alto en proporción a su sueldo. «No dimensioné el costo de los servicios, los di por hecho. Estuve tres meses viviendo al día hasta que encontré un roomie, tuve que asumir eso para no tener que regresar con mis padres», cuenta.

Datos de la Encuesta Nacional de Juventud detallan que solo 4.2 % de los jóvenes entre los 20 y 29 años viven solos; de ese total, 3.15% vive en pareja. Las principales razones para salir de la casa familiar son para ganar independencia y formar una familia, pero el costo de las rentas y los bajos sueldos siguen dificultado el proceso de vivir solo.

Sarahí y Gustavo pasaron por algo similar. Decidieron vivir como pareja al terminar la universidad; sin embargo, su experiencia laboral se limitaba a empleos temporales. Consiguieron un espacio en Edomex, por el cual tenían que pagar $3,000 al mes. A esto había que sumar los gastos en transporte hacia sus empleos en el centro y poniente de la ciudad, que casi igualaban el pago de alquiler. Así fue hasta que encontraron un cuarto, por el mismo precio, en la colonia Moctezuma.

Antes de buscar un departamento para vivir solo o con roomies hay que hacer una planeación, advierte Marisa Díaz, especialista en finanzas personales. Hay que investigar cuánto valen las rentas en la zona, indagar el costo de los servicios, el transporte que hay alrededor y las ventajas que ofrece la colonia, como negocios y lugares de esparcimiento.

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«También hay que apartar una cantidad mensual a manera de ahorro. Debe ser equivalente a lo que pagarías de renta y funciona para ser consciente de lo que ese gasto va a significar. Implícate en los gastos de la casa familiar y reduce tus “gustitos”. Date cuenta de tus posibilidades económicas reales», dice.

Iniciar la independencia

Los jóvenes que están saliendo de sus casas oscilan entre los 25 y 35 años, de acuerdo con Jordi Greenham, CEO de Homie. A partir de esas edades, se despegan de los apoyos familiares y empiezan a vivir con independencia.

Rentar o comprar casa

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Especialistas en finanzas suelen recomendar no gastar más de 30 % del ingreso mensual en el alquiler de un depa; sin embargo, de acuerdo con cifras de Homie y Dada Room —plataformas especializadas en vincular arrendatarios con arrendadores—, los jóvenes están ocupando cerca de 50 %.

«Lo que buscan los jóvenes es vivir cerca de su lugar de trabajo, aunque paguen más. Los gastos terminan ajustándose, pues cambian el auto o el transporte por caminar o andar en bici e incluso comen en casa. Es como si pagaran menos viviendo más lejos», dice Greenham.

Las delegaciones que más interesan a los jóvenes son Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Benito Juárez que, juntas, concentran casi 50% de las viviendas en renta de la CDMX.

Una encuesta de Dada Room reveló que quienes buscan depa prefieren vivir antes con roomies que en pareja; están interesados en tener su propio espacio (50 %), ahorrar antes de formar familia (37 %) y divertirse más (33 %).

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Lo más difícil de vivir solo

Lourdes Castrejón tardó más de un mes en hallar departamento. Originaria de Puebla, llegó a la CDMX hace cinco años y se alojó en un departamento que una amiga de sus padres le prestó a cambio de mantenerlo vigilado y con el pago de los servicios al día.

«Un día me dijeron que tenía un mes para desocuparlo, porque lo habitaría un familiar. Desde ese momento empezó lo peor: soy freelancer y no tenía cuentas bancarias. Nunca pensé que no comprobar ingresos fijos sería razón para no encontrar dónde vivir», dice.

Entre los trámites que representan mayor obstáculo para los jóvenes que quieren rentar está conseguir aval. La falta de comprobantes de ingresos, referencias personales o historial crediticio pueden ser también obstáculos.

Según Dada Room, los extranjeros, los foráneos, los miembros de la comunidad LGBTTTI, los freelancer y los estudiantes son quienes tienen más dificultades para rentar.

«Hubo gente que de plano me bateó. Pensaban que podía dejar el departamento en malas condiciones e irme, otros me pedían hasta tres depósitos de renta», dice Lourdes.

Su solución fue abrir una cuenta bancaria y firmar varios pagarés. Pero existen otras vías. En la CDMX operan empresas que ofrecen ser avales a cambio de un pago; también se puede negociar con el dueño pagar una renta «extra» o contratar una fianza de arrendamiento o póliza jurídica de arrendamiento (cálculo basado en el alquiler más un deducible).

«Nosotros nos comportamos como un aval —explica Jordi Greenham, de Hommie—, solicitamos estados de cuenta, recibos de honorarios o de nómina, y, si no pueden comprobar ingresos, contamos con un software que analiza perfiles en redes sociales para determinar su estilo de vida. Con esa información decidimos si los avalamos. Hay que considerar que el mercado inmobiliario ya cambió. Los jóvenes ya no están pensando en comprar, sino en rentar: las generaciones, como la ciudad, han cambiado».