8 de junio 2020
Por: Colaborador

A 42 años de orgullo, la agenda LGBTIQ+ sigue incompleta

Violencia, discriminación, falta de visibilidad y reconocimiento a los derechos: los grandes pendientes para la diversidad sexual en la CDMX.

Violencia, discriminación, falta de visibilidad y reconocimiento a los derechos: los grandes pendientes para la diversidad sexual en la CDMX

Por: Diana Delgado Cabañez

La violencia sigue siendo letal. Entre toda la diversidad, si hay un tema que hace que la población LGBTIQ+ tenga una lucha en común, es la violencia. Agresiones, asesinatos, discursos de odio y falta de acceso a la justicia son las principales deudas que la Ciudad de México –y el país– tiene hacia la comunidad, y a pesar de la gravedad de los casos, no existen datos oficiales.

“Una de las grandes deudas de esta ciudad es que no hay datos formales sobre crímenes de odio, y la Fiscalía General de Justicia de la CDMX tendría que estar obligada a dar a conocer cuántos homicidios ocurrieron con estos agravantes. Con los datos podríamos estudiar por qué se generan estos crímenes, qué situaciones ponen en mayor riesgo a una persona y con eso poder diseñar políticas públicas”, explicó a Chilango Temístocles Villanueva, diputado, miembro de la comunidad y presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de la CDMX. 

Aún así, la organización Letra S es la única fuente con datos aproximados, basados en el conteo y análisis de casos que aparecen en información periodística en todo el país. Datos del informe “Violencia extrema, los asesinatos a personas LGBTTT en México” detallan que entre 2013 y 2018 fueron asesinadas al menos 473 personas por motivos presuntamente relacionados con su orientación sexual, identidad o expresión de género; del total, 19 ocurrieron en la CDMX  y el año más letal fue 2017.

De acuerdo con el perfil de las víctimas, los miembros de la diversidad en mayor riesgo son las mujeres trans y los hombres gay  entre 18 y 59 años, que juntos conforman el 98% de las víctimas mortales. En la mayoría de los casos las víctimas se dedicaban al estilismo, peluquería y al trabajo sexual.

Ante la falta de información oficial y sistematizada, en febrero de este año el diputado propuso un punto de acuerdo para que en los reportes de seguridad que cada mes emite la Fiscalía local se incluyera el desagregado de agravantes por odio en los homicidios y en las agresiones que ocurren en la ciudad, con el objetivo de crear estadísticas y medidas para proteger a la población de la diversidad sexual y hacer visibles las LGBTI fobias. 

Además de los números, el acceso a la justicia es otro bache. De los 473 crímenes de odio reportados por Letra S, se estima que solo el 10% se investigan con el agravante de odio, pues los policías y ministerios públicos que son el primer contacto posterior a un delito “conceden poca relevancia a la orientación sexual e identidad de género de las víctimas y cuando la otorgan, lo hacen de manera perjuiciada y con valoraciones estereotipadas”, indica el informe.

Grandes pendientes para la diversidad sexual en la CDMX

Otras de estas dificultades ha sido documentada por el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred) y consiste en que cuando un miembro de una pareja del mismo sexo denuncia violencia familiar y solicita medidas precautorias, en muchos casos no las conceden, pues se asume que no existe una situación de riesgo tan grave como en una relación hombre-mujer cisgénero. 

El mismo rechazo ocurre cuando una persona trans acude a denunciar y no cuenta con su documentación de cambio de identidad, en estas situaciones las irregularidades van desde no llamarles con el pronombre con el que se identifican, hasta bloquear los procesos de denuncia.

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Un fenómeno particular ocurre con las agresiones a lesbianas, detalla Lol Kin Castañeda, defensora de derechos de esta población, pues al estar atravesadas por la violencia de género, resulta complejo distinguir cuando la violencia ocurre por ser mujeres o por ser lesbianas ya que no se está midiendo, y entonces se desconoce por qué se replica y cómo sucede, y por lo tanto no hay refugios ni mecanismos para pedir ayuda.

“Es importante distinguir entre la violencia que vivimos a las mujeres por una cuestión de género, con la que sucede por ser lesbianas y no quiere decir que una sea más grave que la otra, sino que ahí se esconden las desigualdades y las fobias, es donde están ocultos los discursos de odio y las razones de las violaciones ‘para curar’”, dijo.

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Además de la violencia letal, Geraldina González de la Vega, presidenta de Copred, señaló que el mayor número de denuncias ante el Consejo por razones LGBTIQ+ son por discriminación laboral, ya sea porque se les niega el trabajo, se les quita o ya no pueden ascender. En el caso particular, las personas trans, reciben maltrato por sus colegas y no les reconocen su identidad. De acuerdo con la última Encuesta de Discriminación de capital, las preferencias sexuales son la segunda causa de rechazo en la CDMX, tan solo después del bajo nivel educativo.

VISIBILIZAR LAS LUCHAS

Cuando se aborda el tema LGBTIQ+ automáticamente se piensa en matrimonio igualitario y si bien fue lo que impulsó grandes cambios en la ciudad en los últimos diez años, es importante reconocer que las medidas más emblemáticas no son para todos los miembros de la comunidad y que, poblaciones trans, intersexuales y bisexuales están teniendo agendas poco visibles y necesidades específicas que en muchos casos no se están atendiendo, explica Alex Orué, director de It Gets Better México, organización que brinda apoyos y conecta a jóvenes lesbianas, gay, bisexuales, trans y queer alrededor del mundo.

“Lo atribuyo a que quienes tienen menos representación, se sabe menos cuáles son sus necesidades. Por ejemplo, las personas bisexuales viven bifobia por la invisibilización y esto trae serias implicaciones a su salud mental, se les estigmatiza en que están en una fase, que son indecisos o confundidos. En la mayoría de los casos, sus necesidades tienen que ver con el ejercicio de la sexualidad y salud mental; sin embargo, la incomprensión provoca altos índices de suicidio en esta población”, dice.

Respecto de la población Trans, la falta de atención a sus necesidades provine del Estado, asegura Natalia Lane, activista, trabajadora sexual y coordinadora de comunicación del Centro de Apoyo a Identidades Trans (CAIT) pues aunque se trata de personas que han peleado por el reconocimiento a su identidad, las políticas públicas siguen sin tomarlas en cuenta. Otro de los pendientes para la diversidad sexual en la CDMX.

“El Estado está ausente pero las organizaciones de base comunitaria están poniendo el alma, sobre todo en este momento de pandemia y de emergencia humanitaria  en la que muchas compañeras pasaron a estar en situación de calle tras el cierre de los hoteles en los que vivían porque tampoco tenemos acceso a la vivienda. El gobierno federal no está a la altura de las circunstancias, el presidente descalificó la labor de las organizaciones de la sociedad civil, les cortó el presupuesto, las señaló de detractoras y hoy son las que le están haciendo la chamba. Y como ejemplo está la colecta #HaciendoCalle para apoyar a trabajadoras sexuales de la tercera edad que se quedaron en precariedad total” 

I: LA LETRA DE LA QUE (CASI) NO SE HABLA

Se trata de “una variedad de situaciones del cuerpo”, de una condición de nacimiento que no implica un problema de salud ni una malformación y depende de los niveles de testosterona con los que se haya formado el feto en el útero.

La Intersexualidad consistente en que las características sexuales de una persona (genitales, gónadas, niveles hormonales, patrones cromosómicos) no encajan en las definiciones típicas de alguno de los géneros; es decir, pueden parecen ser masculinas y femeninas al mismo tiempo, o no del todo masculinas o femeninas, o ni masculinas ni femeninas. Y de acuerdo con datos de Brújula Intersexual –organización que es un punto de encuentro para esta población–, se estima que 1 de cada 150 personas nace intersex.

Dentro de la comunidad LGBTI+ las necesidades de la población intersexual han quedado relegadas por factores como la falta de comprensión de quiénes son y cuáles son sus historias; además de que no hay rostros visibles en su movimiento identitario.

“Venimos de experiencias traumáticas y preferimos guardar un bajo perfil. A veces no queremos preguntarnos qué pasó cuando éramos niños, tenemos recuerdos que son fragmentos, visitas al hospital, consultas médicas en las que te bajabas el pantalón y te inspeccionaban, cirugías de las que no debías hablar y la intuición familiar de que algo había mal en nosotros que tuvo que ser corregido”, dice Hana Aoi, miembro de Brújula Intersexual.

Para la activista intersex el gran pendiente para la diversidad sexual en la CDMX es la visibilidad, asegura que reconocer que existen permitiría un mayor acceso a información y educación, que quienes desean ser padres o madres sepan que hay una posibilidad de que ocurra en sus hijos y que aunque haya sugerencias de médicos para someter a los bebés a cirugías para darle una forma determinada a sus genitales, no existen riesgos a su vida, por lo que los niños pueden crecer y desarrollarse con algún género asignado administrativamente y en cualquier otro momento tener la posibilidad de decidir sobre su cuerpo.

“Es importante que todas las personas, como nacimos y como somos, podamos vivir plenamente en el mundo. Muchas veces en los padres hay miedo a todo lo que sale de la norma heterosexual pero que no hay prisa, el bebé no se va a morir si no le hacen la cirugía, es más importante conservar su integridad física pues el daño puede ser mayor pues al paso de los años trae insensibilidad genital, problemas en la vida sexual, hay dolor crónico por la cicatrización, estrés postraumático por la continua exhibición del cuerpo, trastornos de ansiedad, depresión, e incluso el suicidio”, explica Hana Aoi, creadora del blog Vivir y Ser Intersex.

INICIATIVAS “EN EL CONGELADOR”

Las discusiones legislativas han dejado “congeladas” iniciativas y reformas de ley que podrían regresarle adjetivos como “vanguardia” o de “ciudad arcoíris” a la CDMX; sin embargo, algunas resistencias en el Congreso capitalino han frenado la aprobación de temas como el reconocimiento a las Infancias Trans y la prohibición de los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género. (ECOSIG), mejor conocidas como terapias de conversión.

En 2017 en la CDMX la organización LEDESER –especializada en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos– ganó un amparo para que una niña trans pudiera cambiar su nombre y acta de nacimiento de acuerdo a su identidad de género, esto provocó que en 2019 se presentara en el Congreso local una iniciativa de reforma de ley para que los menores de 18 años pudieran acceder al reconocimiento a su identidad a través de un trámite administrativo y no con un proceso en el que intervienen abogados, médicos y jueces, como ya ocurre con las personas mayores de edad. 

Además de la población trans, esta reforma beneficiaría a la comunidad intersexual para la libre elección de su identidad. Otro de los pendientes para la diversidad sexual en la CDMX.

Actualmente la reforma está detenida con un dictamen aprobado por las comisiones. De acuerdo con LEDESER, actualmente hay 19 niños, niñas y adolescentes trans esperando su acta de nacimiento a través de un amparo, a causa de la falta de aprobación de los diputados de la ciudad; sin embargo, el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso local, Temístocles Villanueva, señaló que espera que en este mes del orgullo se logre destrabar la discusión y quede aprobada.

Otra de las iniciativas que no terminan de resolver es la sanción y eliminación en la CDMX de las terapias de conversión tal como ha ocurrido en otros países, toda vez que atentan contra la dignidad y la libre autodeterminación de las personas, además de que reproducen discursos de odio que dan licencia social a que haya violencia física y sexual “correctiva”. 

El objetivo de esta iniciativa de reforma al Código Penal local es que se prohíban los tratamientos, terapias, servicios, tareas o actividades que pretendan corregir la orientación sexual, la identidad o la expresión de género y en caso de llevarlas a cabo se sancionarían hasta con cinco años de prisión a quien obligue u organice. Esta discusión también se está llevando a nivel federal, sin embargo, en ninguno de los niveles se ha aprobado.

Más allá de la discusión local existen pendientes a nivel federal, tal es el caso de los matrimonios del mismo sexo que solo están aprobados en 19 de 31 entidades; sin embargo, una vez contraído siguen existiendo obstáculos para afiliar a la pareja a la seguridad social, lo cual también atenta contra el derecho a la salud. En ese mismo rubro, al no estar reconocido el matrimonio, hay entidades que tampoco permiten el registro de los hijos, provocando situaciones de desamparo tanto en los niños, como en los padres y madres biológicas y de intención.

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Asimismo, hay otro reto en materia educativa que ha ganado fuerza con la discusión del PIN Parental que tiene como origen que el  Congreso de la Unión logró incluir en la Constitución Mexicana la educación formal de la sexualidad, lo cual es un paso hacia la erradicación de la discriminación si se logran armonizar las leyes locales y la Secretaría de Educación Pública (SEP) ejecuta dicho reconocimiento. 

En el caso de la CDMX desde 2007 se impulsó la creación de libros de educación sexual para escuelas públicas pero había sido impedido por el gobierno federal, de tal modo que la puerta está abierta para, ahora sí, ponerlo en marcha en la ciudad.

De acuerdo con activistas, los pendientes para la diversidad sexual en la CDMX siguen siendo muchos, pero cada logro es una posibilidad de “allanar el camino”, de hacer que la violencia y discriminación, que son el mayor problema para la comunidad LGBTIQ+,  se vean cada vez más lejos. 

“Hay gente que cuestiona por qué hay que sentirse orgulloso de ser LGBTI, y la realidad es que en un país que asesina, señala y no reconoce a sus personas de la diversidad, ser y existir ya es una resistencia, una postura política que nos enorgullece”, dice Natalia Lane, activista trans.