1 de julio 2020
Por: Diana Delgado Cabañez

Niños genio, el superpoder de la mente

La inteligencia se nos escapa: malos diagnósticos y la falta de espacios educativos especializados ponen en riesgo de extinción a los niños sobredotados

A sus 12 años, Luis es capaz de citar al filósofo Immanuel Kant y cuestionar algunos de los porqués de la existencia humana; mientras que a los 13, Marccelo asegura que estudiar matemáticas avanzadas le permite entender, un poco más, la composición de las cosas.

Ambos son competitivos, les interesa retar a otros para ver quién sabe más y les gusta ganar. Son capaces de trabajar en equipo aunque la mayoría del tiempo prefieren hacerlo de manera individual. Son organizados y tienen un alto sentido del deber ser, consideran que su inteligencia debe ir de la mano con ser buenas personas, con aportarle algo a su país, coinciden. Ellos, al igual que otros 10 mil niños en todo México, han sido diagnosticados son sobredotación intelectual.

Las altas capacidades pueden entenderse como una condición genética, “en la que la edad mental es mayor a la física”, explica a Chilango Xavier Díaz, representante de Mensa México, —sociedad internacional de origen inglés que reúne a personas con sobredotación en todo el mundo—.

Dicho diagnóstico se obtiene con pruebas y test de inteligencia y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se considera que una persona es sobredotada cuando se superan los 130 puntos de Cociente Intelectual (C.I.), mientras que el promedio mundial oscila entre 90 y 110 puntos.

Además de los resultados numéricos, para definir niveles de inteligencia hay quienes toman en cuenta factores como la madurez social y emocional; el desarrollo de un pensamiento divergente; la creatividad y la forma en la que perciben y solucionan problemas, pues al ser capaces de ver otros ángulos, sus respuestas no son rígidas ni con estructuras comunes.

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Marccelo, por ejemplo, puede entrar a una sala con mucha gente y sin necesidad de contar uno a uno, es capaz de calcular cuántas personas hay. También puede decir cuántas utilizan una playera de cierto color y cuántas usan anteojos, “son matemáticas que me permiten mantenerme atento todo el tiempo, me ayudan a pensar y a estar concentrado, también me sirven para entender un poco más cómo está funcionando mi entorno”, explica.

Las personas con sobredotación equivalen, aproximadamente, al 2% de  la población mundial, en el caso de México se estima que podría haber un millón de niños con capacidades sobresalientes –como los define la Ley General de Educación– pero no todos están identificados debido a la falta de conocimiento del tema y los malos diagnósticos. 

De acuerdo con Andrew Almazán, doctor en Innovación Educativa y director del Departamento de Psicología del Centro de Atención al Talento (Cedat), en el 95% de los casos la sobredotación suele confundirse con Trastorno Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o incluso con condiciones del espectro autista como el Asperger; con trastorno bipolar u obsesivo compulsivo. 

Una situación así enfrentó Laura Díaz Nieves con su hijo Marccelo Loicono, quienes durante sus primeros seis años fueron de terapia en terapia, pues el niño había sido diagnosticado con TDAH. Acudía a talleres que intentaban ayudarle a que se concentrara durante periodos prolongados y a mejorar sus habilidades, pues presentaba dificultades en la lecto-escritura, pero, con el tiempo, se dieron cuenta que eso no era lo que le interesaba.

Marccelo tenía grandes habilidades visuales, auditivas y analíticas, y ahora, a través de una escuela especializada, toma clases de matemáticas avanzadas y de piano, “mi hijo floreció, ahora está feliz, tiene un primo que también es sobredotado y ahora en la familia entendemos lo que significa. No le tocó enfrentar bullying ni rechazo, pero tuvimos suerte, hoy está bien porque llegamos a tiempo a un espacio en el que se siente seguro y confiado”, cuenta Laura.

Los principales conflictos que enfrentan los niños con altas capacidades tienen que ver con incomprensión y con los estándares estrictos en cuestión educativa, como que se piense que un niño tiene que aprender a escribir en la primaria, a los 6 o 7 años, cuando, con la debida estimulación, los sobredotados pueden hacerlo a los 2 o 3 años y ya con cuatro estar hablando de planetas, astronomía, física o dinosaurios. 

“Esas diferencias crean un conflicto en su educación, además de que el hecho que aprendan más rápido no significa que dejen de ser niños y cuando por las brechas en los conocimientos y capacidad de análisis enfrentan el rechazo de sus compañeros, resultan con afectaciones emocionales, pues desarrollan una alta sensibilidad”, explica Almazán.

Entre las consecuencias de los malos diagnósticos están problemas de integración, mal comportamiento, se aíslan, tienen baja autoestima e incluso llegan a ser medicados. Mientras que al ingresar a escuelas tradicionales enfrentan discriminación, acoso escolar, constantes regaños de los profesores y malas calificaciones, pues son niños que se aburren en los entornos escolares poco estimulantes.

Por ello, coinciden especialistas, además de las clases avanzadas es necesario que los niños con altas capacidades reciban atención psicológica tanto para diagnosticarlos como para ayudarles a sobrepasar el rechazo e, incluso, para facilitar los procesos de comprensión sobre sí mismos, pues son niños con hipersensibilidad y con una capacidad más acelerada de análisis de su entorno.

¿Cómo indetificar la sobredotación?

Foto: Leo Pérez

Cuando tenía tres años, Luis Jesús se quedaba concentrado en juegos que lo mantenían absorto por horas. Armaba rompecabezas, observaba figuras, resolvía problemas y era capaz de leer cuentos sin ninguna dificultad. Su papá, Luis Luna, detalla que había tareas a las que les ponía mucho empeño, parecía como si todo lo que ocurriera alrededor desapareciera, mientras que otras actividades escolares cotidianas o algunos juegos con los primos podía terminarlos rápidamente. Incluso es capaz de rematar un juego de ajedrez en siete movimientos.

“Todos nos decían que Luis Jesús era muy inteligente, todo el tiempo había comentarios de amigos y de profesores que lo notaban, nosotros no estábamos muy informados en el tema hasta que vimos un programa en la televisión y supimos que existía la sobredotación y se nos hizo que coincidía mucho con lo que pasaba con él, lo llevamos a hacer los exámenes de C.I. y resultó con un puntaje mayor al 130 y de inmediato fue aceptado en el Cedat”, cuenta a Chilango Luis Luna Iturbe. 

Para la presidenta de la Asociación Mexicana Para el Apoyo a Sobresalientes (Amexpas) y experta en educación especial y aptitudes superiores, Janet Sáenz, existe una pirámide que refleja las capacidades intelectuales en México: en la base, formada por entre el 70% y 80%  de la población, está la “inteligencia promedio”, que en nuestro país alcanza los 85 puntos de Cociente Intelectual (C. I.). 

En el siguiente nivel están los “sobresalientes” que superan la inteligencia promedio y son entre el 15% y 20% de la población; le siguen los “altamente sobresalientes” del 3 al 4.95% y en la punta de la pirámide, con 0.05% están los “genio”, es decir, adultos que tienen la capacidad de crear productos, ideas y aportaciones sociales de alto impacto y que lo perfeccionaron con el paso del tiempo: son de las pocas personas que tienen posibilidades de ganar premios Nobel, becas de la Fundación MacArthur, entre otros.

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De acuerdo con especialistas, la inteligencia no tiene que ver con sacar buenas notas en la escuela sino con la capacidad de resolver situaciones y desarrollar habilidades, estos procesos empezaron a estudiarse a mediados del siglo XIX, pero fue hasta el siglo XX que surgieron diversos modelos teóricos para “medir” y definir la inteligencia y, por ello, escuelas y organizaciones alrededor del mundo tienen distintas formas de evaluarla. 

Por ejemplo, existen los modelos basados en capacidades centrados en el estudio del Cociente Intelectual (C.I.) creado por Terman, que hace una medición psicométrica que concibe a la inteligencia como genética. El modelo orientado al rendimiento de Renzullu propone tres factores que, al interactuar, generan lo sobresaliente, estas son las habilidades, la motivación para hacer una tarea y la creatividad. 

Los modelos cognitivos son dos: el de Sternberg que mide el pensamiento analítico, la inteligencia creadora y la práctica; mientras que Howard Gardner, definió ocho diferentes tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, visual-espacial, musical, corporal-cinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista. Por último están los modelos socioculturales  de Tannembaum y Gagné que afirman que la superdotación y el talento solo pueden desarrollarse por medio del intercambio de factores individuales y sociales.

Por ejemplo, para ingresar al Cedat basta con superar los 130 puntos de C.I.; para ser parte de Mensa es necesario responder pruebas basadas en patrones y que estas reflejen que el interesado está en el percentil 98 o superior, mientras que para integrarse a Amexpas hay que pasar diferentes pruebas que demuestren talentos en aspectos particulares como la ciencia o las artes.

El perfil de los “altamente calificados”

Foto: Leo Pérez

De acuerdo con el artículo El verdadero rostro del niño genio publicado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en la que se hace un perfil del superdotado, las principales características de esta condición son el aprendizaje rápido; 91% tiene hiperactividad incluso sin llegar a trastorno y el 94%  presenta sensibilidad emocional.

El 84% tiene mayor sensibilidad auditiva;  el 90% tiene gusto y facilidad para armar objetos; el 92% tiene una predisposición por conversar con adultos y establecer conversaciones de alto nivel, son curiosos de todo lo que les rodea y viven con un constante interés por aprender y descubrir.

El estudio elaborado por Almazán, un joven mexicano de 25 años con altas capacidades, quien también es presidente de la Federación Mexicana de Sobredotación Intelectual (FEMESI), derrumba estereotipos como que los niños con superdotación son excelentes estudiantes, devoradores de libros, grandes usuarios de tecnologías o, incluso, con pocas habilidades físicas y motrices.

Al mismo tiempo, Janet Sáenz, catedrática de la Universidad Autónoma de Tlaxcala y pionera en la investigación de las altas capacidades en México, agrega que otras de sus características evidentes son la buena memoria, la persistencia en sus ideas y preguntas, coleccionan cosas, inician investigaciones propias, aprenden con pocas explicaciones, tienen gusto por juegos complicados, se interesan por problemas sociales, son autocríticos, desarrollan talentos artísticos, cuestionan las reglas establecidas y todo el tiempo tienen mucha energía.

En contraparte, pueden presentar problemas como la baja capacidad de visión y deficiencia en el lenguaje e incluso, aunque una no dependa de la otra, sí pueden convivir la sobredotación con el asperger, autismo y TDAH, por lo que, recomienda, no hay que quedarse con comentarios de profesores o amigos y siempre hay que acudir con psicólogos especializados y neurólogos que confirmen los diagnósticos, de lo contrario, los niños podrían desaprovechar su inteligencia.

La inteligencia se nos va

Foto: Leo Pérez

La meta de Luis Luna, de 12 años, es estudiar medicina en el extranjero. Quiere especializarse en cardiología y trabajar en la invención de instrumentos que mejoren las condiciones de salud de los mexicanos que tienen problemas cardiacos, una de las principales causas de muerte en nuestro país. Aunque él quiere volver a México después de estudiar, hay cientos de jóvenes con altas capacidades que se quedan a vivir en el extranjero, lo que provoca que poco a poco la inteligencia se nos escape. Lo mismo ocurre cuando los diagnósticos fallan.

“La inteligencia podemos entenderla como un músculo, el cerebro responde al estímulo y si se deja de utilizar se atrofia. En la cuestión intelectual, a nivel de sobredotados, es más drástico. Un niño puede entender entre 30% y 50% más rápido y con más habilidades que niños de su edad, pero si no está usando ese excedente de capacidad, llega un punto en que hay una “regresión a la media” que implica que la inteligencia en lugar de desarrollarse se adecua y esto también es una cuestión de género, pues las niñas se adaptan mucho más rápido, tanto que llega un momento en el que se ven iguales al promedio y se vuelve difícil identificarlas.

En ese aspecto, se estima que a nivel de cada cien sobredotados que nacen, solo cuatro mantienen sus capacidades en la adultez”, dice a ChilangoAndrew Almazán.

Otros de los problemas por los que México pierde su inteligencia tiene que ver con que los sobredotados tienen menos hijos y como se requiere que ambos padres tengan capacidades sobresalientes para heredar la carga genética, está provocando una reducción. Asimismo la fuga de cerebros tiene un papel fundamental, estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indican que la salida de talento y alta cualificación profesional mexicana impacta alrededor del 1% del Producto Interno Bruto (PIB). 

De manera complementaria, datos del Instituto de Méxicanos en el Exterior, dependiente de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), detallan que Estados Unidos recibe al 97% de los migrantes mexicanos. Del total, alrededor del 3% tiene entre licenciatura y doctorado y la CDMX es la séptima entidad que más personas expulsa al país del norte.

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Respecto del resto del mundo, la ciudad es el número uno en migrantes, del total, 35% son profesionistas y 22% estudiantes y los principales países de recepción son Canadá, España, Reino Unido, Alemania y Países Bajos. Todo esto genera un impacto social y económico pues hay menos innovación y producción científica nacional.

Al respecto, Xavier Díaz de Mensa México, advierte que otra forma de pérdida se da a partir de la poca aceptación a la frustración, pues para evitarla, muchos niños ocultan sus cualidades para sumarse a la sociedad, sin embargo, lo hacen sin un manejo emocional y esto tiene otras consecuencias como que utilicen sus cualidades para delinquir o para realizar actividades no positivas e, incluso,  generan tendencias hacia el suicidio.

“Además del ámbito académico y si los padres pueden acceder a educación especializada que suele ser muy costosa para la mayoría o si los adelantan o no en los grados académicos, es necesario que haya un trabajo de entendimiento de la frustración y de las emociones, antes de ser inteligentes son niños que en algún momento de su vida deben convertirse en seres humanos funcionales, tendrán que convivir en sociedad y eso implica adaptación, si eso tampoco se fomenta, se termina por perder la posibilidad de ser un agente de cambio a través de la inteligencia”, dice.

La educación que no los contempla

Foto: Leo Pérez

Hasta 2018 la Ciudad de México contaba con el Proceso Integral para el Diagnóstico y Atención a la Sobredotación Intelectual (Pidasi), un programa de gobierno operado por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) local que atendía 291 niños con altas capacidades, quienes recibían una beca de 800 pesos y clases extracurriculares especializadas; sin embargo, en febrero de 2019 la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, desapareció el proyecto, argumentando que “no hay ningún estudio científico que pueda definir si hay algún niño superdotado o no, como tal”. 

Después de que los beneficiarios y sus familias se manifestaran en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento fueron integrados al programa Niños Talento y luego al Aprende y crea DIFerente que de acuerdo con información del área de Comunicación Social del Sistema DIF, da apoyos a 80 mil niños al considerar que “todos tienen talento”; sin embargo, en la Ciudad de México se dejó de prestar atención diferenciada a quienes viven con altas capacidades.

A nivel nacional tampoco existe un programa de educación que se enfoque en la sobredotación, si bien la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el artículo 41 de la Ley General de Educación reconoce el derecho a contar con un sistema de educación especial que permita el desarrollo de las “aptitudes sobresalientes y los talentos específicos” a nivel público no han existido verdaderos esfuerzos por desarrollar mecanismos formales que capten, apoyen y encaminen a los niños en esta condición y en el ámbito privado, acceden a la educación quienes pueden pagar colegiaturas de hasta diez mil pesos al mes, cursos extra escolares o profesores en casa.

“La ley es muy clara, indica que los sobredotados necesitan escuelas diferentes y ahora hay que llevarlo de la teoría a la práctica. Las leyes muestran que ya existe la protección legal, si alguien quisiera hacer una escuela pública de sobredotados ya hay un marco legal para hacerlo sin ningún impedimento. Falta conciencia y voluntad pero no la ley.

Algo que ocurre en México es que toda la parte social depende mucho de la política, por eso, al menos en el Cedat, buscamos no depender del gobierno para evitar que nos afectaran los cambios en las políticas”, detalla el director del Departamento de Psicología del Centro.

Hasta ahora la SEP reconoce y aplica dos modelos educativos en los niños sobresalientes: de enriquecimiento y aceleración. El primero hace referencia a estrategias para el aula, la escuela y la casa en la que se agreguen contenidos, materiales didácticos y procesos de enseñanza como el desarrollo de proyectos y habilidades, que doten de mayor contenido e interés a los niños con altas capacidades, mientras cursan la educación básica de acuerdo a su edad. 

Mientras que la aceleración permite a los alumnos con aptitudes sobresalientes y talentos específicos, moverse a través del currículo a un ritmo más rápido tomando en cuenta su el contexto familiar, escolar y social. Para ello, el niño podría tener una promoción anticipada, es decir, omitir grados sin cambiar de nivel educativo o la admisión temprana a otro nivel. En este caso los estudiantes pueden acreditar a distancia o con un examen, los niveles básicos y, en ciertos casos, el medio superior para acceder a educación universitaria sin importar su edad.

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Además de la SEP, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) admiten como alumnos a quienes tengan acreditados los niveles educativos previos o hay investigadores que aceptan oyentes y asistentes para talleres, clases y cursos extraescolares; además de que tanto gobiernos, iniciativa privada y organizaciones internacionales han motivado la creación de olimpiadas de matemáticas, concursos de robótica y competencias de astronomía y física, entre otras, en las que estudiantes mexicanos han sobresalido alrededor del mundo. 

Entre los casos más reconocidos están el de Carlos Santamaría, que en 2016, con tan solo nueve años, ingresó a la Facultad de Química  de la UNAM para  estudiar un diplomado en Bioquímica y Energía Molecular en la Facultad de Química. O el de Adhara Pérez, una niña de ocho años originaria de Tláhuac, que actualmente estudia Ingeniería Industrial en Matemáticas en la UNITEC y aprende inglés con el objetivo de ingresar a la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, para estudiar astrofísica y convertirse en astronauta.

Sin embargo, precisa Sáenz, que en México no tenemos suficientes maestros capacitados para trabajar con niños sobresalientes, ya sea en talentos específicos o en multi áreas, a diferencia de otros países como Estados Unidos, donde un profesor no puede dar clases a sobredotados sino tiene maestría o certificación y aquí no existen esos requisitos, las leyes no los contemplan. 

Al mismo tiempo que cumplen con sus procesos de educación básica, Marccelo y Luis toman cursos de matemáticas, física, química, ética, piano y medicina, entre otros. Se mantienen ocupados con talleres a los que acuden cada semana en el Cedat y en los que tienen que desarrollar e investigar temas: un día pueden hablar de electricidad, la semana siguiente del cambio climático y la siguiente sobre por qué las estrellas titilan. El objetivo es mantener viva la curiosidad científica.

Mientras juegan ajedrez, Luis confiesa que recientemente se ha interesado por las preguntas redundantes y filosóficas, los porqués de la vida. Marccelo, además de los números, se ha puesto estudiar español pues considera que se puede tener un mejor entendimiento de lo que somos a través del habla. Quién sabe, quizá mañana, entre ellos estén los próximos Einstein, Marie Curie, Mario Molina o Julieta Fierro que marquen la diferencia y cambien la pauta de la sociedad actual.

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