¿Cómo definir un concierto de Steve Vai? En teoría es un concierto de rock ya que tiene todos los elementos que lo definen (guitarras fuertes, gritos del público, palabras del frontman al respetable), pero hay una energía diferente.

Podría asemejarse a un concierto sinfónico o una sesión de jazz donde un solista luce sus dotes en el instrumento, pero no hay formalidad aquí; tampoco hay temas o mucha improvisación. En el Pabellón Cuervo el pasado 27 de mayo encontramos una demostración de virtuosismo sin parar.

Steve Vai tiene una carrera muy impresionante. Ha tocado con Frank Zappa, David Lee Roth y Whitesnake, y contribuido a películas como Crossroads y Bill & Ted’s Bogus Journey, pero su reconocimiento más grande viene de tocar guitarra como si su vida dependiera de ello, uno de los más grandes emblemas de la época de virtuosismo en el instrumento asociado con los excesos del heavy metal ochentero.

Su disco Passion and Warfare es uno de los discos esenciales del género que se encuentra tocándolo de principio a fin (con algunas selecciones más de su discografía). Ahora nos tocó presenciarlo.

Fue un concierto de rock porque muy al principio Vai se refirió al público para comunicar cómo México lo hace sentir loco e invitar a los miembros del público (fans del rock y la excelencia en un instrumento de todas las edades) a desnudarse antes de dormir y verse al espejo. De ahí siguió un patrón de comenzar una canción con un groove ejecutado excelsamente por su banda, tocar una melodía corta y proceder a tocar solo tras sólo hasta repetir el proceso.

Adicionalmente, Vai tuvo algunas colaboraciones virtuales a través de la magia de videos pregrabados de conciertos o grabaciones especiales de sus contemporáneos. Los vimos tocar al lado de Brian May de Queen y Zappa mismo, así como jammear con John Petrucci de Dream Theater.

La mayoría demostraciones de sweep pickings, legato, tappings de dos manos y otras técnicas para lograr máxima velocidad. La más entretenida de estas colaboraciones fue con su antiguo instructor del instrumento, Joe Satriani, quien se grabó tocando con diferentes máscaras y pelucas.

Hubo momentos (“Bad Horsie” al principio del set y la balada “For The Love Of God”) que resaltaron para el público, pero más que momentos grandes el show fue marcado por un derroche casi ininterrumpido de solos de guitarra grabados hace más de 25 años reproducidos casi nota por nota.

Este concierto fue ver a un maestro del instrumento hacer lo que mejor sabe, uno de los músicos con mayor destreza y técnica más impecable en la historia de la guitarra eléctrica. Muchos miembros del público cruzaron los brazos y aprendieron mientras que otros se dejaron ir moviendo la cabeza.

Steve Vai no es apto para todos los fans de la música ya que no puedes identificarte con las canciones de manera tradicional o corear nada en verdad, simplemente te dejas emborrachar por una avalancha de notas a toda velocidad.