Si de cultura popular y de estados de ánimo se trata, nada como una buena rola para externar nuestros más hondos sentimientos: amor, tristeza, odio… Pero ¿qué hay de los instintos bajos y de esas ganas cochinonas de manifestar nuestra pasión libidinosa? ¿Se puede expresar el deseo carnal con música romántica (Amorcito corazón, yo tengo tentación)?

Esta vez elaboramos un recuento de aquellas canciones que pretenden ser muy cachondas, pero en realidad son más cursis que un poema de Mario Benedetti o más guarras que una película de Alfonso Zayas, o sea, son una mezcla rara de piropo de mal gusto y de lujuria atascada en lo más profundo del cuerpito.

Estos himnos, por lo general, nacen de la voz antojadiza de una diva en brama, o también, del ronco pecho de algún solista mellow con ínfulas de garañón. Van aquí, pues, algunos de ellos:

-“Estos celos”

Chente canta:”Te miré, estabas tan bonita, tan sensual […] al ras de tu escote, tu lunar”. Mujeres, ¿alguien de ustedes se sentiría flechada al ver que un hombre, del triple de su edad, se le queda viendo a ras de cancha los balones, con expresión de cabecita blanca en celo y manos temblorosas? ¡No lo creo! ¿O sí?

-“Qué bello”

La Sonora Dinamita intenta seducir a los varones con una prendidez súper ardiente: “pero me arrepiento, en el piso o donde sea, y tómame”. Y por poquito logra una gran obra de arte llena de sensualidad. Sin embargo, justo cuando uno dice “ah no, ¡cómo no!”, viene la frase letal que desarma a cualquier macho cabrío: “qué bellos son tus ‘senos’ de hooombre”. ¿Acaso dijo “senos de hombre”?, ¿“celos”? Pero yo escuché “senos”. Como sea, en esa duda fónica se muere todo intento de lirismo erótico.

-“Burbujas de amor”

Juan Luis Guerra se vuela la barda con estas líneas: “quisiera ser un pez para tocar mi nariz en tu pecera”. Como se le quiera apreciar, el dominicano pasa de la metáfora al albur sin pelos en la lengua. No obstante, ya parece que alguna nena se va a excitar si tú, que eres poeta y en el aire las compones, le dices: “déjame frotar mi pez espada sobre tu acuario, abajito de tus algas”.

-“Quiero amanecer con alguien”

Daniela Romo nos canta este portento que, más que incitarnos al pecado o al placer, resulta un matapasiones incluso para el más viril de los machines, sobre todo por la tonadilla dormilona. Y en alguna parte de la letra, la cantante de melena hasta las nachas nos comparte su más grande apetito: “quiero amanecer con alguien que en la lucha por regirme me seduzca”. ¿Acaso se trata de un mensaje subliminal?, ¿un sueño masoquista?, ¿alguna fantasía bondage? Todo puede ser, pero por sí misma la rola es un somnífero.

-“Devórame otra vez”

No podía faltar en esta lista algún salsero de venas palpitantes y sangre caliente. Eddie Santiago entona, con voz de ya-no-aguanto-más, la siguiente extravagancia: “hasta en sueños he creído tenerte devorándome y he mojado mis sábanas blancas recordándote”. ¡Uy!, ¿a qué mujer se le va a prender su motorcito pensando en un galán que almidona las cobijas con sus onanismos? Por si fuera poco, más adelante afirma el cantor: “ven, castígame con tus deseos más, que el vigor lo guardé para ti” (¡ahí te va mi vigorcito!). Sin comentarios.

-“Acaríciame”

María Conchita Alonso nos interpreta esta canción en la que, con toda la ternura y la cachondería de la fiebre, nos exhorta: “acaríciame, con manos locas enloquéceme, con uñas y sonrisas ámame, amor de amar, amor de piel”. Caballeros, ¿a quién de ustedes le gustaría restregar sus manoplas en la veterana epidermis de esta ñora?, o más aun, ¿a quién se le podría antojar eso de clavar las uñas largas (llenas de onicomicosis) en las colinas y relieves de esta seño, mediante el intercambio de sonrisas locochonas?

Pues bien, éste fue nuestro compendio de tonadas lúbricas, himnos de impudor y desvergüenza que, por su naquez indiscutible o sensiblería barata, resultan auténticos failures de la canción cachonda.

Pero ustedes ¿qué nos dicen?, ¿se han dejado seducir por una de estas rolas?, ¿conocen otras?, ¿a quién se las dedicarían?

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