Fue el sábado 28 de abril del 2012 cuando vi por primera vez a Roger Waters y a su imponente y monumental gira The Wall en el Foro Sol, en la que obviamente recreaba el legendario espectáculo que hiciera con Pink Floyd en 1980 a raíz del lanzamiento del disco del mismo nombre. Dos años antes, el inglés se había presentado tres veces en el Palacio de los Deportes, las grandes diferencia entre ambos bloques, fueron las adaptaciones al espectáculo, desde el simple tamaño del muro, cuya longitud fue la segunda más grande de todos los muros construidos alrededor del mundo, hasta las nuevas consignas políticas perfectamente mezcladas con las animaciones clásicas utilizadas en el mapeo de la gran pared.

Justamente esa gira, y específicamente los conciertos realizados en Buenos Aires, Atenas y Quebec, es la protagonista de Roger Waters The Wall, sin embargo, la genialidad de Roger logró crear algo más que una simple grabación de un concierto.

Como línea narrativa de la película, Waters se presenta a sí mismo en un viaje a Francia y luego a Anzio, Italia, lugar donde la Compañía Z del 8vo Batallón de Fusileros Reales, fue eliminada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, (y por ende su padre), y el cual jamás ha visitado. Durante este viaje, Roger presenta incluso a sus hijos en la tumba de su abuelo, muerto en la Primera Guerra Mundial; anécdotas sobre su infancia y reflexiones personales que se dan en las bellas carreteras francesas e italianas.

De esta manera, Roger, a sus 72 años, sigue siendo un gran activista en contra de la guerra; la película y la gira retratada se convierten en una fresca y, desafortunadamente, actual muestra de ello, pues es una protesta contra todas las guerras, ya sea militares, o civiles. El grandioso concierto al alternar con el roadtrip, se vuelve el medio perfecto para el mensaje de Waters y la manera ideal de recordar ese gran día en el que decenas de miles de chilangos pudimos presenciarlo, además de que el músico finalmente logra cerrar el tema con el recuerdo de su padre y nos lo comparte en la pantalla.

Al final para cerrar con broche de oro, Roger Waters se sienta junto a Nick Mason y entre los dos contestan una serie de preguntas hechas por los fans, momento divertidísimo y genial en el que podemos disfrutar un poco de este par fuera de la música.

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