Estos muchachitos revolucionaron el mundo del indie pop desde su primer EP allá en 2008. Después vino Manners, uno de los álbumes pop más disfrutables de la década pasada. En él convivían las secuencias de la oleada acabo-de-descubrir-a-Daft-Punk, vocales andróginas y un estilo a prueba de músicos villamelones. No es para menos, los de Massachussets son académicos de conservatorio y además de ejecutar saben producir. Algunos de los remixes más interesantes que hemos escuchado en los últimos meses han sido cortesía suya (“Heads Will Roll” de los Yeahs o “1901” de Phoenix, prueba de ello).

¿Han venido al DF?
A finales de agosto vendrán a probarse ante el público chilango.

¿Qué les hace falta para dar el brinco?
La barrera del segundo disco, que a tantas bandas tira a la borda. Si lo hacen bien, tendrán fans para aventar para arriba.

Si pasan al olvido, ¿cómo los recordaremos?
Como los que hicieron canciones que sonaban a los Bee Gees y al mismo tiempo se unieron al montonal de bandas que marcaron el final de una década.