Natalia Lafourcade exploró ritmos que van del son jarocho al ranchero en el Vol. 2 de Musas. 

En constante transformación, inquieta y con mucha hambre por descubrir nuevas posibilidades en la música… Así puede definirse a muy grandes rasgos a Natalia Lafourcade. Y Musas Vol. 2 es la continuación de un concepto musical que decidió dividir en dos partes por su extensión. En sus inicios, Natalia había ideado este proyecto como algo personal. ”Algo para llegar a escuchar a mi casa después de los viajes y poder volver a sentir que podía ser una artista en mi casa, en la bohemia. Era música para mí”, nos platicó en entrevista.

Musas es un recorrido por el folclor latinoamericano con ritmos que van del son jarocho al género ranchero, siempre de la mano de magníficos compositores.

Respecto al segundo volumen de Musas, que se estrenó hoy, platicamos con ella.

¿Cómo hiciste la selección de canciones para el segundo volumen?

Lo que intentamos fue hacer dos piezas que tuvieran un equilibrio, solo que siento que el volumen 2 es más intenso y arriesgado que el volumen 1, con temas como el de “La Llorona”, donde estoy cantando sola con la guitarra como seis minutos. Eso nunca lo había hecho en ningún disco, nunca había tomado ese riesgo. Siento que escuchando los dos volúmenes te adentras a ese universo que hicimos juntos.

En este volumen hay canciones que son un poco más densas y que tienen una esencia más introspectiva, más profunda. Temas como “La Llorona” o “Luz de Luna”, que escuché en la voz de Chavela Vargas y dije: “quiero grabar estas canciones”.

Decidí hablarle a muchos temas: a México, a la muerte, o como en “Derecho de Nacimiento”, una canción que transmite el sentir de todos los jóvenes y de México de alguna manera y que no había tenido chance de incluir en ningún disco porque no acompañaba mis contextos musicales.

Por ejemplo, “Humanidad” es un tema que habla de una situación que vivimos hoy en día, pero que fue hecho hace muchísimo tiempo en un contexto de la Segunda Guerra Mundial, donde el mundo se estaba cayendo. Entonces es la inspiración de este señor que se va de su casa y no puede volver, y eventualmente cuando regresa se le ocurre esta letra.

En el primer volumen trabajaste con canciones de autores como María Grever y Simón Díaz. En este volumen sumas a autores como Álvaro Carrillo, o muy recientes, como El David Aguilar. ¿Cómo haces para atenuar el choque generacional?

Hubo un choque generacional; inevitablemente lo iba a haber, porque trabajé con señores que me llevan muchos años. Existe una brecha generacional obvia que, en lugar de evitar, más bien lo que hice fue jugar con ese espacio generacional que había, y lo que hice fue tratar de hacer algo que a mí me hiciera sentir que es real y que podía estar lleno de espíritu y de algo interesante para compartir con mi público.

Si crees que el amor a primera vista no existe, aquí te dejamos la prueba. 

¿Cómo ha sido trabajar con Los Macorinos?

Ha sido una experiencia superbonita, me ha llenado de aprendizajes. No fue tan fácil como lo creía, pero también fue hermoso; fue trabajar con dos seres que se convirtieron en mi familia, en mi equipo. Yo no tuve tantos invitados como duetos, porque para mí, Los Macorinos era realmente con quien yo quería colaborar en este proyecto, pero a otro nivel, y tampoco los quería tener atrás de mí. Siento que Los Macorinos fueron músicos que estuvieron atrás de los artistas mucho tiempo, y lo que yo quería era ponerlos en mi lugar, conmigo, y hacer algo en conjunto. Eso fue más difícil, porque no era que solo llegaran a leer una partitura y tocaran; había que desmenuzar cada canción y ver qué universo musical podíamos construir en cada una de las canciones que estábamos haciendo.

¿Qué hace que tu forma de trabajar sea así de única, de personal? Pareciera que las modas, o lo que consume la gente joven, no te influyen al hacer nueva música.

Yo creo que hay una cosa muy fácil y muy sencilla que tiene que ver con lo terca que soy y lo necia que soy con serle fiel a las cosas que realmente me emocionan. Me di cuenta que soy una artista que constantemente estoy buscando, no con la finalidad de agradar a cierto público o de entrar a la moda, sino ir con ciertas tendencias. A veces me funciona y a veces no. En este caso, siento que este proyecto igual que Hasta la raíz, son muy honestos; la intención es jugar con la música, jugar a hacer música y hacer cosas diferentes que me pudieran hacer sentir una artista que no se estaba estancando. Yo estaba muy feliz tocando la música de Hasta la raíz, pero llegó un punto en el que dije “todo bien, pero necesito hacer otra cosa, necesito hacer lo mío”. Quiero aprenderme canciones que cantaba Mercedes Sosa, investigar la música de Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui me encanta, quiero cantar de Simón Díaz, quiero componer bolero y entenderlo… Eso fue lo que pasó con Musas. Seguía teniendo un hambre que, si no hacía algo al respecto, me iba a deprimir. Entré a vivir dos procesos al mismo tiempo: uno que era el éxito de Hasta la raíz y, al mismo tiempo, la creación de un proyecto musical con Los Macorinos.

Natalia Lafourcade de la A a la Z.

Eres ya un símbolo de México, que además viene de la mano con el hecho de que el papel de la mujer ha ganado poder en muchas situaciones, como la música. ¿Qué ha sido lo más difícil de este proceso?

Para mí, lo más difícil fue darme cuenta de que hubo una parte de mi carrera que viví dormida, otra parte la estoy viviendo despierta. Toda una etapa de mi carrera inconscientemente estaba haciendo lo mismo que hago ahora. En esencia sigo siendo la misma persona que busca, porque no me quedo tranquila en un espacio; me satisface mucho estar probando nuevos proyectos, esa es mi esencia. Lo más difícil fue darme cuenta qué artista quería ser y eso no me permitió disfrutar muchas cosas durante una gran parte de mi carrera. No me permitió organizar muchas cosas. Al darme cuenta de lo que quería hacer, pude organizar y caminar de una manera distinta.