La noche del jueves 12 de abril fue perfecta para recibir por primera vez a los Buzzcoks en la Ciudad de México. La concurrencia que asistió a ver a la banda inglesa (originaria de Bolton) fue bastante peculiar, estaba integrada por oficinistas, punks de estoperoles con cabello pintado, despistados que se quedaron a seguir la fiesta después de la tocada de St. Vincent, curiosos que sÓlo iban porque les regalaron boleto, fans de hueso colorado, uno que otro extranjero, e incluso músicos de la escena punk rock nacional (como fue el caso de los Tungas, una de las bandas mas prometedoras del género en nuestro país).

Eran alrededor de las 11 de la noche cuando los Buzzcoks pisaron el escenario, y bastó con que sonara el riff de “Boredom” para que la gente comenzara a mover la cabeza, levantara el puño y cantara el coro de uno de los tantos himnos punk que tiene este gran grupo.

Tras el cálido recibimiento del público, Pete Shelley respondió con los primeros acordes de “Fast Cars”, lo que provocó la emoción de los fans, quienes hicieron una gran conexión con Steve Diggle y compañía.

El setlist estuvo compuesto por sencillos compilados –en su mayoría– en elSingles Go Steady.

Con “I don’t mind”, de las mas coreadas en toda la noche, subió la intensidad. Siguieron “Autonomy” y “Get on our own”. Y lograron una entrega total con “Whatever Happened to…?” y “Why She’s The Girl From The Chainstore”. A pesar de que los Buzzcocks no se caracterizaban por tratar una temática social ni contestataria en sus canciones, esto no impidió que interpretaran “Sick City Sometimes”.

La intensidad del show bajó con canciones como “Moving Away From the Pulsebeat” y “Noise Annoys”, pero al momento de interpretar la frenética “Breakdown” lograron recuperar la energía, para así dar paso a “Promises”.

También interpretaron “What do I get?”, otro himno épico de la banda. En el encore tocaron las canciones más representativas de su carrera: “Harmony in my head”, “Ever Fallen In Love (With Someone You Shouldn’t’ve)”, y “Orgasm Addict”, llena de ese peculiar humor inglés.

Así terminó la noche y los Buzzcoks se despidieron del público mexicano como se debe: dejando en claro por qué son una de las mejores bandas del género en el mundo, y demostrando que a pesar del paso de los años el punk rock no ha muerto, sólo se va a dormir a una hora razonable.