Lo volvieron a lograr: tres fechas hasta las manitas en el Foro Sol, comenzando en el aniversario número 24 de la culminación de su legendaria temporada de cinco fechas en el Palacio de los Deportes en 1993. Desde estudiantes de primaria hasta veteranos, y desde coleccionistas de años a los que se conforman sólo con los hits, Río Churubusco y Añil se llenaron de camisetas negras adornadas con diseños de Pushead y jeans.

Antes de la hora anunciada en el boleto, Cerberus –una de las bandas ganadoras del concurso organizado por OCESA para seleccionar abridor local– demostró que no son ningunos amateurs. No se dejaron apantallar por el tamaño del escenario y tocaron de manera profesional y con gran proeza técnica, aunque el audio del Foro Sol no les ayudó nadita.

Relegado a las letras chiquitas, Iggy Pop fue para muchos razón suficiente de comprar boleto y presenciar a todo un fenómeno natural. El padre de todo lo emocionante y peligroso del rock, comenzó su set con “I Wanna Be Your Dog”, una de las canciones que hicieron que su banda, los Stooges, se volvieron esenciales para lo más salvaje del rock. De ahí dio un paseo por su carrera (“The Passenger”, “Lust For Life”, “Sick Of You”, “Real Wild Child”) con una banda buenísima y el mismo James Osterberg derrochando carisma, gritos y cierta mesura de descontrol.

“Down In The Street” y “No Fun”, que relucieron casi al final de su set, aún se escuchan más feroces que casi todo el punk y metal actual, pese al abismal audio.

El audio no se corrigió en ningún momento, pero a pocos fans les importó, corearon a gritos todo, desde el intro (“The Ecstasy Of Gold” de Ennio Morricone), las nuevas, las favoritas y unas que otras de culto (“Harvester Of Sorrow”, “The Four Horsemen”, “Fight Fire With Fire”).

Es bizarro escuchar a la gente cantar a todo pulmón una canción desde el punto de vista de un soldado que ha perdido su cuerpo y suplica por la muerte para pasar a gritar con el mismo fervor sobre una “siniestra” canción de cuna; al igual que ver el slam de tipos sin camiseta bajo las notas de “Seek and Destroy” y luego ver a la misma gente abrazarse y cantar la balada “Nothing Else Matters” con harto sentimiento.

Para ellos tiene sentido porque aquí encuentran lo que el rock siempre prometió desde un principio: energía, rebeldía, peligro y emoción. Metallica es más que cuatro tipos de mediana edad que le dieron importancia a un género marginado, son una comunidad que se reune en agresión y sentimiento.