Hace un par de semanas, tuve oportunidad de entrevistar a Hugo White (guitarrista), sobre el cambio de sonido de Marks to Prove It, el esperado cuarto disco de estudio de The Maccabees; en la charla, quedó claro que los dos años de ausencia discográfica no fueron gratuitos para la banda, que renovó su sonido hacia terrenos más artsy, un movimiento arriesgado que les permitió aventurar canciones más complejas, o como diría Hugo, composiciones que son como “tres canciones en una” –un recurso escuchado en temas como “Paranoid Android” de Radiohead o Bohemian Rhapsody de Queen–.

Con eso en mente, de las 17 canciones que tocaron esta noche, las seis que eligieron de su nuevo disco implicaban un cambio energético en la banda. Durante el auto exilio en su propio estudio casero, The Maccabees abrevaron de la épica y ello se nota cuando tocan los temas nuevos.Sin embargo, a pesar del gozo que representaría tocar entero el nuevo disco, su generosidad con los fans equilibró su presentación, pues a diferencia de los de Oxford (que en su última visita a México sacrificaron temas esenciales de su discografía, por la autocomplacencia de enfocarse en tocar The King Of Limbs), The Maccabees ofrecieron un set pensado para complacer las expectativas de sus fans más antiguos, aquellos que se engancharon en 2005 con el Colour It In, del que tocaron “Precious Time y “Toothpaste Kisses.

En la entrevista referida, el tema se desvió hacia los momentos álgidos en los 10 años de carrera: “Ir a México por primera vez fue uno de ellos. Sé que suena como algo gratuito porque tú estás en México, pero lo digo con toda sinceridad, para mí es uno de los momentos más altos en la carrera de la banda” reflexionó Hugo.

El comentario no es nuevo entre las bandas anglo, la animosidad del público mexicano ya es legendaria entre varios músicos y ello se notó en la precisión con que sus fans anticipaban las melodías de Orlando Weeks (voz), que armado con su Telecaster, se veía genuinamente emocionado por la respuesta de un Plaza Condesa a un 80% de su capacidad.

Como una banda esencialmente guitarrera, quizá el único fallo de su show fue la baja presencia de las guitarras en la mezcla, un descuido que en el encore fue corregido por su ingeniero de audio, al que valdría la pena entrevistar para evitar malos entendidos.

Visiblemente compenetrados con el público (bandera mexicana, saludos en español y sombrero de charro incluidos), esta segunda visita de The Maccabees demuestra que la evolución les sentó bien para diversificar su directo, que sin desdeñar el sonido más pop de sus primeros tres discos, su búsqueda apunta hacia un sonido más sofisticado, con una personalidad sólida y contundente.