¿Qué se necesitaba para hacer un remix a mediados del siglo pasado? Las teclas de un piano, un montón de instrumentos de percusión, metales, cuatro coristas y muy pocas cuerdas, eso era lo que precisaba Juan García Esquivel para hacer de la melodía popular más simple, toda una oda a la introspección alucinante de un mundo paralelo, juguetón y de inesperados ritmos, que casualmente cabían en las siete octavas de su sonrisa desde el escenario.

Definir su genialidad es un ejercicio complejo que nuestros sentidos no tienen oportunidad de presenciar comúnmente, y La Orquesta Nacional de Jazz de México nos invita a un paseo sonorámico en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris el próximo 15 de julio en honor a este músico polifacético que nació en Tampico hace poco más de un siglo, el 20 de enero de 1918.

De la capital a los United

Llegó muy joven a la capital, a finales de los años veinte, cuando la Ciudad de México apenas alcanzaba los 14 millones de habitantes y los jóvenes escuchaban jazz en la colonia Juárez. Pronto su capacidad musical autodidacta se revelaría, y con una incipiente experiencia en dirigir orquestas pequeñas, a los 17 años pidió una oportunidad en la XEW. Se trataba de la estación de radio más grande de Latinoamérica, pero rápidamente su talento le abrió las puertas del estudio principal, el Azul y Plata, musicalizando con una orquesta de 22 integrantes la revista cómica del Panzón Panseco y el Momento romántico Colgate. Sólo con su piano y su capacidad de improvisación, surgían los arreglos que después marcarían su carrera.

Siempre se rehusó a los estudios formales de música, sin embargo, se graduó como ingeniero electrónico en el IPN, a la par que su piano y su prestigio crecían en la radio. En la época de oro, el siguiente paso era entrar al cine: soundtracks y arreglos como los que hizo para Cabaret trágico (Alfonso Corona Blake, 1958), Locura pasional (Tulio Demicheli, 1956) le ganaron una nominación al Premio Ariel, mientras que en La locura del rock and roll (Fernando Méndez, 1957), se interpretaba a sí mismo dirigiendo piezas de su primer disco en vivo Las tandas (1956).

Luego del primer acercamiento a su particular estilo en el álbum To Love Again (1957), su Orquesta Sonorama era invitada a bailes, pero el público se detenía en cada pieza sólo para escuchar, lo que llamó la atención de Mariano Rivera Conde, vicepresidente de RCA Victor Latinoamérica, quien le ofreció grabar en Nueva

York. Así lo hicieron, y en hora y media concluyeron, el tiempo restante en el estudio fue de improvisación, de ahí surgió la maravillosa “Four Corners of The World”. La siguiente sesión fue en Los Ángeles, el resultado fue el álbum Other Worlds Other Sounds que en dos semanas vendió 22 mil ejemplares y le consiguió un contrato por tres años que lo obligó a quedarse en Estados Unidos.

La estereofonia

Los sutiles arrebatos de su música, la irreverencia de los arreglos a grandes clásicos del folklore de diversas latitudes y la experimentación técnica de la grabación de su orquesta iban tomando forma, a lo largo de sus producciones entre los cincuenta y sesenta. En las primeras entregas de los Grammy el nombre de Esquivel estaba entre los nominados, en categorías como mejor interpretación de orquesta, arreglo e ingeniería en disco no clásico. Perdió la estatuilla, sus contendientes eran Harry Belafonte, Henry Mancini y Frank Sinatra.

Al inicio de la década de los sesenta, RCA Victor arremetió en la competencia comercial del sonido estéreo, y con la compra de sus nuevos aparatos reproductores de música, los compradores podían hacerse de la colección Stereo Action, que compilaba álbumes de grandes músicos del easy-listening y la música orquestal, nunca se les había escuchado con una claridad casi cristalina. Fue el mismo Juan García Esquivel quien como ingeniero electrónico se atrevió a lograr la separación completa de los canales de sonido; un complicado sistema de comunicación: una parte de la orquesta en una habitación y la otra en una locación diferente; el resultado fue el álbum Latin-Esque (1962). De pronto, los instrumentos iban de allá para acá en tus oídos, literalmente moviéndose a una cuadra de distancia, su mayor contribución al sonido estereofónico.

Las Vegas y el regreso a México

Después de Latin-Esque, su mayor experimento sonoro, Esquivel tuvo diferencias con RCA Victor, lo que dejó el camino libre a Frank Sinatra para invitarlo a su recién fundado sello Reprise Records. El álbum More of Other Worlds and Other Sounds de 1962 fue el pretexto de Sinatra para convencerlo de presentarse en Las Vegas. La marquesina del mítico, y ya desaparecido, Stardust Resort and Casino anunciaba a un tal Esquivel y su lounge, fue el escenario donde un complejo espectáculo de luces y una alucinante orquesta detuvo por momentos el barullo de “La ciudad del Pecado” con dos shows por noche, de 1963 a 1971. Se cuenta que cuando recibía una servilleta en medio del show en la que se leía: Juan por favor toca “Bye, Bye Blues”, Franky, se trataba de The Voice que se encontraba entre el público. Esta fue su época de mayor plenitud artística.

En 1972 decide regresar a México donde seis años después, gracias a su hermano quien lo contactó con Silvia Roche, encontraría el reto de musicalizar la serie infantil Burbujas, todo un viaje imaginario de texturas sonoras que a los niños encantó y grabó dos discos de la serie.

Las mitologías de Esquivel

Con sus discos en el olvido, fue “The Church of the Subgenius“ –un colectivo de religión satírica– quienes en los años ochenta, con Byron Wagner a la cabeza, empezaron a enviar casettes del “Maestro de la Estereofonia” a miembros de esta peculiar “iglesia”.

Pero fue durante la década siguiente que su influencia sonora y cultural fue fundamental en el resurgimiento de la música lounge con la edición de la compilación Space-Age Bachelor Pad Music (1994), concepto creado por el mismo Wagner que bautizó a la música de Esquivel! como un subgénero del lounge, basado en la época de la carrera espacial y los costosos estéreos de la época a los que sólo podían acceder los solteros; el futuro que nunca llegó.

En sus últimos años, el genio Juan García Esquivel, postrado en su cama por cuestiones de salud en Jiutepec, Morelos, sería visitado por fans, periodistas y músicos de todo el mundo, como Fernando Rivera Calderón, Mauricio Esparza El Micro, Camilo Lara, el artista Cameron Jamie, Uriel Waizel o la fotógrafa Yvonne Venegas, quien capturó la última vez que el maestro se levantó a tocar su teclado. Ese cariño que recibió antes de fallecer en los primeros días de enero 2002, fue el mayor homenaje a su obra que pudo recibir en vida.

La trayectoria de Juan García Esquivel, en el año de su centenario, es un mito para los que ha influenciado; Brother Cleve, de Combustible Edison, quien recuperó las grabaciones enlatadas del álbum See It in Sound, editado en 1999, piensa: «Se propuso crear algo verdaderamente original y universal. Las voces sin palabras eliminaron la nacionalidad y el idioma, por lo que las canciones provienen de algún lugar, cualquier lugar, de un lugar especí co… Sus grabaciones todavía suenan frescas, sin fecha». Sampleado por músicos como Unkle, Amon Tobin, Stereo Total, Ballistic Brothers o Björk, muchos coinciden con Camilo Lara del IMS al describirlo como “El artista pop más grande que México ha dado”.

Hace tiempo, hallar sus álbumes en vinil podía costar un clavado entre chácharas y un par de monedas; conseguir hoy el Cabaret trágico de 1957 en buen estado puede llegar a costar hasta los 14 mil pesos.

Discografía imprescindible de Juan García Esquivel

1956

Las tandas de Juan García Esquivel

Su LP debut, donde demuestra su talento para dirigir a su Orquesta Sonorama y asoma ligeramente sus arreglos innovadores pasando por el rock and roll y el chachachá, sin dejar de ser música de salón.

1959

Exploring New Sounds in Stereo

El sonido característico de Esquivel, entre el caos, la armonía y el inesperado sonido hilarante, tomó forma en esta profunda expedición de metales en la naciente conquista del innovador sonido estéreo.

1959

Strings Aflame

A petición de RCA Victor, Esquivel tenía la misión de realizar arreglos para un disco cuyos protagonistas fueran las cuerdas, no sólo de su piano. Nominado en la segunda edición de los Grammy en dos categorías.

1960-1961

Infinity in Sound 1 & 2

Dos álbumes consecutivos que si bien separados logran un sonido notable, juntos se convierten en una odisea del easy listening y un perfecto soundtrack para los departamentos de soltero de la época.

1962

Latin-Esque

Como parte de la colección Stereo Action de RCA Victor, Esquivel se embarcó en el experimento de lograr la separación absoluta de los canales de grabación. Su mayor contribución técnica en plena era espacial.

1968

1968 Esquivel!!!

Cuando volvió a grabar en México, la calidad del audio se vio mermada, sin embargo, no dejó de juguetear con los sonidos en este álbum que estrenó varios de sus clásicos como “El Cable”, “Yeyo” o “Mini Skirt”.

Películas y televisión

1956

Locura pasional

Los celos entre una mujer del espectáculo y un hombre de sociedad le otorgó a Silvia Pinal su segundo Ariel a lo mejor del cine mexicano y a Esquivel su única nominación a este premio por mejor banda sonora.

1957

La locura del rock and roll

La rivalidad entre estudiantes de la UNAM y el Poli desencadenan esta cinta juvenil, donde Esquivel proféticamente se interpreta a sí mismo dirigiendo a la orquesta al compás de sus Tandas.

1958

Cabaret trágico

Sentado al piano de la orquesta en el escenario de un cabaret donde se desarrolla un drama pasional entre los camerinos, Juan García Esquivel nos regala un soundtrack impecable en B&N.

1959-1960

Markham

El exabogado Roy Markham toma el oficio de detective privado en Nueva York y Esquivel se encargó de la banda sonora en sus aventuras por el mundo durante los 59 episodios de la serie.

1960-1962

The Tall Man

El viejo oeste también cabalgó con las composiciones de Esquivel en las ficticias aventuras de Pat Garrett y Billy The Kid en el lapso de las dos temporadas de este western.

1979

Burbujas

Los arreglos irreverentes de Esquivel llegaron al máximo esplendor de la imaginación. Cuando entró al Tobogán del tiempo con el soundtrack de esta serie infantil no sabía que marcaría a toda una generación.

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