Es difícil imaginar que un acto tan sencillo, tan campirano, tan orgánico y tan introspectivo como lo es el folk norteamericano en general, y específicamente Iron & Wine, tenga cabida dentro de suelo mexicano, y sobre todo en un lugar ubicado en una de las zonas más ruidosas y conflictivas de la Ciudad de México: Reforma-Polanco-Periférico.

Sin embargo, hay ocasiones en las que algunos chilangos lo hacen posible, y de la mano del barbón Sam Beam, nombre real del músico, logran una noche con las características antes mencionadas.

Vestido de pantalón, camisa y saco oscuros, Iron & Wine apareció en el escenario después de que la banda capitalina Torres de Hanói abriera el concierto, por cierto, con una buena respuesta del público.

Durante toda su presentación se mostró divertido y relajado, dejando que el público escogiera las canciones que tocaría, haciendo chistes, y dando sorbos a su copa de vino después de cada tema.

Más allá de momentos y canciones individuales como “Boy With a Coin” o “Tree by the River”, ver y escuchar en vivo al originario de Carolina del Sur es algo que se tiene que contemplar y asimilar como un todo, desde el primer minuto hasta el último.

Sin duda una gran pequeña noche en la que el folk se desarolló dentro de un pequeño lugar rodeado de gigantescos edificios.