Desde el momento en que una banda decide enfrentar
al público con la batería, la ejecución/recepción de la música es otra.
Especialmente si las canciones de la más reciente producción son mucho más
aceleradas, incluso idóneas para la pista de baile.

Una de las primeras canciones en sonar fue
"Sundialing," una acuarela sonora montada sobre capas digitales y loops. Ritmos
que en la grabación del estudio suenan acuáticos, pero en vivo demoledores,
marchas que crecen sobre el galope de la batería. Efectos espaciales detrás del
platillo y las cuerdas flotando sobre el mismo compás. Por momentos evocando a
algunos colegas del denominado "rock matemático," como Battles o Foals.
Recordándonos que su disco anerior, Andorra, estaba más recargado del
lado del rock.

El concierto transcurrió sobre el tempo de su última
producción, Swim. Una de las placas por las que Merge Records y City
Slang se deberían sentir orgullosos
. En el cierre sonó "Sun," seis minutos de
acompañamientos electrónicos que van formando un calidoscopio de ritmos bailables.
Todo sobre el ritmo rotundo de la batería y la proyección constante de
psicodélia visual, algunas gotas escurriendo sobre carruseles de colores
lisérgicos.

El trabajo habla por sí solo. Lejos de haber sido
una experiencia negativa, vale la pena reconocer que tanto la visión de los
organizadores (por agendar un talento así), como la calidad de la ejecución en
directo de Caribou, marcaron un concierto de antología
(hipster).

Ojalá que la próxima vez
venga con su Caribou Vibration Ensemble , el súper grupo que formó con Marshall
Allen de la Sun Ra Archestra, Keiran Hebden de Four Tet y Jeremy Greenspan de
los Junior Boys. Y probablemente un lugar más grande será más cómodo.