Llegando a las nueve en punto al que se anunció como el show del adiós de Adanowsky, me encontré con el Lunario, uno de los foros más bellos de la ciudad, repleto de gente tranquila moviéndose de forma tímida al ritmo de las canciones creadas por la banda francesa Gush, quienes abrieron la presentación con moderado éxito; un proyecto electropop muy suave y alegre, muy en onda con el último personaje de Adán, Ada.

Adanowsky es un excelente creador de personajes, pero Ada no era el único ser sobresaliente del lugar. Un artista tan extraño como Adanowsky tiene que tener seguidores igual de extraños, por lo que durante el intermedio entre Gush y el show de Adán, mí objetivo se transformó en encontrar a aquellas personas extraordinarias dentro del público.

Una pareja bastante eufórica me llamó la atención, pero al poco tiempo me perdieron por una gran manía de reírse de todo lo que dijeran. Un par de amigos asiáticos llegaron al recinto poco después que yo, no hablaban español pero traían unos lentes de sol bastante curiosos, me invitaron cerveza y tratamos de entendernos con señas, nos tomamos varias selfies y me alejé, era obvio que no venían por la música. Al fin, después de buscar durante un rato, di con una chica sumamente hermosa con quien pude hablar de música, cine, gatos y demás temas… Adanowsky nos hizo bailar sin parar hasta llegar literalmente su muerte.

Por fin, las luces apagaron y sonaron las primeras notas en los sintetizadores de “Welcome To My Word, no pasó prácticamente nada de tiempo antes de que el lunario se transformara en una gran pista de baile cuando Adán salió al escenario con su ya famoso look andrógino, creado para Ada, a cantar la que es probablemente su canción más alegre, pegajosa y divertida: “Dancing To The Radio”. Los sintetizadores no pararon al igual que la pareja no paraba de gritar eufóricamente frases como “hazme un hijo Adán”, pobre del chico , cuando en “I Don’t Love You” y “Crossing The Line” golpearon con fuerza al público que se encontraba más cercano al escenario.

Sin embargo, cuando Ada se transformó por un momento de forma inesperada en El Ídolo presentando primeramente “J´aime Tes Genoux” fue cuando la fiesta realmente empezó. Ante el cantico de los presentes Adán no pudo más que reconocer que es el mejor profesor de francés del mundo.

Ante el recibimiento los músicos dejaron sólo a Adán con una guitarra eléctrica y éste decidió modificar un poco el setlist que tenía preparado, total es su última presentación como Adanowsky, había que complacer al público, fue entonces cuando empezó el momento más sentimental de la noche. “El ídolo”, “Collar de perlas”, “Estoy mal” y “Me siento solo” sonaron y muy fuerte, prácticamente todos los presentes cantaron la letra de una forma desgarradora, excepto mis amigos asiáticos, ellos sólo alzaron los brazos y los agitaron al ritmo de los tiempos.

“Sexual Feeling” y “Rock Me” sirvieron para que los músicos que acompañaban a Adán se lucieran mientras él podía cantar y bailar con la misma gracia y carisma que su público, mal pero con la energía y las ganas de divertirse. Por otro lado, la presentación de cada uno de sus músicos durante “Would Mine” terminó siendo algo un poco sufrible, pues fue bastante larga la introducción de cada uno de sus integrantes, que aunque son grandes músicos, y lo demostraron, al público no le emocionó verlos rolar su turno al frente mientras en el fondo se repetía el mismo ritmo de batería y la misma base instrumental.

Adán decidió en forma de juego decirles a los asistentes que si querían ver sus pasos tenían que darle dinero, en eso una lluvia enorme de monedas salió disparado al escenario. Tal fue la cantidad que los músicos tuvieron que resguardarse bajo sus instrumentos, ojalá algo así nos de “Patricia”. Al fin, lo que todo el mundo esperaba estaba pasando, Adán pidió que sólo se prendieran luces de color violeta sobre él y explicó a los asistentes que está en una etapa en la que no quería hacer de esto un show tan grande como con El Ídolo. Por lo que la muerte de Adanowsky y de Ada por ende se dio con tan sólo una cuerda, unas plantas prendidas en fuego y unas actuaciones terriblemente divertidas.

Como tal, el espectáculo, aunque interesante de ver, fue ridículo. Para cuando Adán había renacido con su nueva identidad, nadie estaba realmente comprendiendo qué es lo que se había visto. El concierto terminó con la nueva forma de Adán mientras se bailaba con “Let’s Bring It Back.

En general el último show de Adanowsky bajo ese nombre fue uno bastante íntimo, alegre y emotivo que, aún con sus puntos bajos, no dejó de sorprender a la audiencia con bailes, declaraciones (lanzará un nuevo disco en enero), situaciones externas y malas actuaciones. Una de las presentaciones más ridículas, divertidas, histriónicas y sobretodo bailables del año.

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