Tercer fallo: la división entre sección general y preferente. Les estoy hablando de un ridículo pasillito contenido por unos tablones de un metro de alto que separaba, cual cadena del antro más feo de Pedro Moctezuma (con cadeneros y todo), a los que habían pagado 700 pesos de los que habían desembolsado 1200 o 2500 para la experiencia VIP de la gente super nice. El acceso al pasillito se salió tanto de control que para la mitad del show de los Black Eyed Peas se había saltado tanta gente que optaron más bien por dejarnos pasar a todos. Y no me malinterpreten; todo bien con que todos pudiéramos llegar lo más cerca posible del escenario, pero miles de personas entrando y saliendo por un corredor de escasos dos metros de ancho implicaba una empujadera digna de 12 de diciembre en la Basìlica o de 15 e septiembre en el centro de Coyoacán.