Antes, la música sólo existía en las mentes de los creadores. Cobraba vida al ser interpretada y luego, desaparecía. Era una efímera pero satisfactoria existencia. El tiempo llevaría a los músicos a crear un lenguaje, y la música, entonces, vivía en las partituras, aunque de nuevo, sólo podía ser disfrutada en su interpretación en vivo.

Entonces, un día, la sonofijación se crearía. Se dice que la primera grabación jamás hecha fue la de “Marie Had a Little Lamb” de Thomas Alva Edison en 1878 y a partir de ahí, los métodos de grabación musical comenzaron a diversificarse, hasta el punto en el que con sólo tu computadora y el micrófono incluido en ella, logras hacer productos que pueden encontrar la fama mundial.

Y entre los muchos formatos contemporáneos para escuchar música, hay dos que se disputan un puesto privilegiado, dejando como claro ganador al formato digital, claro.

Por un lado tenemos al vinilo. Desde 1857 existía un aparato conocido como fonoautógrafo, cuya labor era plasmar el sonido en una hoja de papel, por ejemplo, aunque sería imposible reproducirlo después. Hoy en día, el sonido ha podido ser digitalizado y se tiene un testigo de los primeros trabajos de la máquina. Sin embargo, sería hasta 1877 cuando con la llegada del fonógrafo de Edison, el ser humano podía escuchar las grabaciones. En 1901 serían introducidos los discos de 10 pulgadas, y en 1903 los de 12 pulgadas y a partir de ahí, una rica historia de romance entre melómanos y discos fonográficos habría nacido.

Pero en la década de los 80, específicamente el 2 de marzo de 1983, llegaría a nivel mundial el rival que lo desbancaría. Las 4.7 pulgadas de los famosos Compact Discs se inventaron originalmente para almacenar sólo música, pero después fueron adaptados para también darle casa a datos (CD-ROM), y así nacería un nuevo monstruo para los amantes de la música.

Con el vinilo oficialmente desbancado en 1991, la era dorada del CD llegaría y, aunque hoy en día también ha quedado desplazado por lo conveniente de los formatos digitales (y, hay que decirlo, su plena disponibilidad en el vasto paraíso piratesco que es la red), sigue siendo un objeto codiciado por algunos coleccionistas que buscan en sus ediciones físicas el plus de tener memorabilia de su banda preferida, o tal vez un elemento de inducción para nuevos amantes de la música.

En fin, aquí te damos las ventajas y características de cada legendario formato:

VINILOS

– El ritual de escucha era una actividad casi espiritual y al poner tu vinilo en el reproductor, acompañado de la bebida de su preferencia, te enfrascabas en el (casi) perdido arte de la contemplación musical.

La fidelidad: Aunque hay debate con el formato digital (sobre cuál suena mejor), el vinilo tiene una cualidad innata, la música sabe más y se paladea como algo tangible y exquisito.

El arte: Aunque los CD también tienen librito y todo, los vinilos —debido en gran parte a su tamaño—, representan una mejor manera de apreciar los trabajos artísticos que vienen incluidos en el mismo, y a veces hasta pósters, calcomanías u otros objetos de colección tienen.

La nostalgia: Como a todos los humanos, la nostalgia es un factor clave para decidirte por uno o por otro, si eras de ésos que antes comprabas vinilos y lo dejaste de hacer por su ausencia, seguramente preferirás escuchar a los clásicos y a tus nuevas bandas favoritas en el formato con el que creciste.

Hipsterismo: La verdad, también por moda se vale comprarse un vinilo, y ya sea que los adquieras en Urban Outfitters, se sigue apreciando que se fomente la industria musical por todos los medios posibles.

El juego con el “scratcheo” tan apreciado por hiphoppers y DJ. Es bien cool darse cuenta que el característico sonido de los remixes es perfectamente realizable por cualquier inepto que no sepa ni un ápice de música.

CONTRAS: Su costo, sí, tendrás que invertir más en tus bonitos acetatos. Además, deberás ser muy cuidadoso con ellos y tener conocimiento de las agujas y revoluciones que te permiten disfrutar de tu preciado objeto de la mejor manera.

CDs

La amplia disponibilidad: No todos los artistas tienen el presupuesto para realizar un vinilo, pero los CDs se pueden hacer hasta en casa, y puedes comprar un CD virgen en cualquier OXXO de tu ciudad, para después ofrecerlo en tus conciertos a un moderado precio.

– La comodidad: Es mucho más fácil que cargues en tu mochila con una considerable cantidad de pequeños cedés, a una considerable cantidad de vinilos, y además, los coches siguen viniendo con lectores de CDs para que, en tus trayectos imposibles cuando ya no aguantas la voz del locutor de radio del momento, te acompañes de tus producciones preferidas.

– La libre elección de pistas. Con el CD puedes estar seguro de qué track quieres escuchar, y adelantarlo o retrocederlo a libre voluntad y con extrema facilidad. Así, si estás en el mood exacto para escuchar algo, puedes tener la certeza de que encontrarás con facilidad la pista número 8 del debut de los Smiths.

– La calidad: Aunque todavía debatible, la calidad de un cd de audio lanzado por una disquera, será mucho más alta que las abundantes grabaciones de 128 kbps que circulan en la piratería digital.

– Las presentaciones: Algunos formatos de empaque de CD son igual o más bonitos que los de los vinilos, por ejemplo los digipaks, en donde se almacenaban varios discos y normalmente tenían una producción artística maravillosa, además de incluir libretitos con las letras de las canciones, fotos y demás cosas invaluables para los coleccionistas.
Puedes digitalizar tus discos preferidos con tan sólo pasarlos a la biblioteca digital de tu querida computadora.

– CONTRAS: Al no ofrecer lo “cool” de los vinilos, y poder hacerlos en tu casa, no son tan populares y concurridos comercialmente y la gente prefiere gastar en otras cosas, además de que también necesitan de un cuidado especial, pues si se rayan, ya valiste, a menos que tengas unos de esos productos mágicos que clamaban poder salvar tus discos rayados.

¿Tú qué prefieres?