Carla Morrison sintetiza su vida reciente: “Tenía ganas de comenzar de cero. Llevaba muchos años de gira, haciendo música. Me sentía lo que llaman un one-trick pony (pony de un solo truco) y noté que, aunque desde chiquita soñaba con hacer esto, me la estaba pasando mal.

“Empecé a ir a terapia. Luego, cuando surgió la idea de venir a París, todos me preguntaban que si estaba segura, pues significaba dejar mi carrera en México. Pero guardé todo en una bodega y me vine con lo básico y mis perritos”.

Mudarse a París refrescó la creatividad y las ganas de vivir de Carla Morrison. Aunque aparentemente ha arriesgado una trayectoria que incluye tres Grammys Latinos, un álbum certificado platino, presentaciones en festivales como Lollapalooza y colaboraciones con artistas como Juan Gabriel, Ricky Martin, J. Balvin… es ahora una estudiante del Conservatorio de Jazz, alejada de la fama.

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“Yo pensaba que era muy suelta con la música y el jazz me vino a demostrar que no —señala en entrevista virtual—. He aprendido a cantar mucho mejor, el entrenamiento del oído, la percusión, a entender que en este género todos son la estrella”.

El primer año de su estancia en la capital francesa logró pasar desapercibida. Paró con sus redes sociales y si alguno de sus compañeros descubría su identidad, ella le pedía discreción. El anonimato fue necesario para alejarse de lo abrumador de la fama.

“Quizá sí salí huyendo de México, porque fui muy bulleada”. Pero las semillas sembradas en su camino le han regalado frutos que la mantienen vigente sin planearlo, como las colaboraciones con Nicky Jam, J. Balvin y Ricky Martin, que para Morrison implicaron ir un par de días al estudio.

“La música me ha ayudado a tomarme este descanso; algunos proyectos me compraron tiempo, en el que además de estudiar música he aprendido a cocinar (dejé los carbohidratos) e incluso he tomado clases de programación y de actuación”, afirma Carla Morrison.

La cantante considera que ha llevado un proceso muy orgánico para entender que la música no tiene límites y que, a pesar de sus inicios folkies, también puede colaborar con reguetoneros o con leyendas del pop.

Ahora vuelve a los reflectores con otra perspectiva. “Todo fue tan rápido que no había tenido tiempo de leer mi libro de vida; ahora puedo reconocer mis logros. Reencontrarme en un lugar donde yo me acepto y darme el tiempo de crear. Encontré mi nuevo ritmo, me veo al espejo y ya sé quién soy; antes no me conocía”, concluye.

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