Ver SyFy es como tener una novia adolescente. Habrá momentos en los que esté muy bien y juntos se la pasen increíble, pero habrá otros en los que la niña se ponga pesada y te haga pasar el peor de los ratos. Con este canal nunca sabes qué novia te va a tocar. Es un volado.

Para la serie Z Nation la moneda cayó “cara” cuando el mundo había apostado “cruz”. Y a diferencia de una Helix, donde SyFy demostró que sí puede hacer historias originales con contenido de calidad que nos provoquen bingear toda la temporada, este intento de thriller de zombies es, por mucho, de lo peor que hemos visto en el año.

Como su nombre refiere, Z Nation nos transporta a una tierra dominada por zombies infectados donde sólo la sangre de un sobreviviente podría esconder la cura para la epidemia. El grupo de guerreros que se junta para poder llevar este faro de esperanza hasta California es de lo más ecléctico, desde el general militar todo obediencia, hasta la rebelde de pasado misterioso y el líder que aún no sabe que es líder.

De entrada la premisa está más agotada que Mighty Max en juguetería en plena Navidad. ¿Un grupo de sobrevivientes tratando de resolver el apocalipsis mientras sortean sus diferencias y ponen a prueba su talante? Eso lo llevamos viendo desde que George A. Romero hizo su primera película de zombies. ¿Dónde está lo nuevo? ¿Dónde está lo relevante?

En el caso de The Walking Dead, por ejemplo, la novedad existía en el ritmo de la historia; en como cada personaje estaba escrito para tener un motivo y un pasado a diferencia de otras historias post apocalípticas donde cada personaje es un número con más o menos capacidad de superviviencia. Un twist al ejercicio darwiniano. En el caso de una película como Zombieland o Shaun of The Dead, la diferencia estaba basada en el género. La comedia. Con Z Nation no hay novedades, relevancias o diferencia. Todo es pan con lo mismo.

La serie no pide disculpas por estar francamente mal hecha. Los efectos fueron creados con Atari, el maquillaje delineado con pinturas Vinci y las actuaciones son de comercial de Viana, pero técnicamente eso debería ser parte del chiste. Y decimos “debería” porque al final del día Z Nation se toma tan en serio a sí misma que pierde la capacidad de montarse en la autoburla y salvarse por el factor kitsch.

La palabra “suficientemente” es clave para resolver este enigma. Z Nation no es suficientemente exagerada para ser parodia, no es suficientemente sangrienta para ser gore, no es suficientemente espectacular para ser una gran producción de impacto visual. En todos los sentidos, la serie no es suficiente.

Y la única escena que pudiera haber resultado tan mala que pudiera llegar a ser buena, donde un bebé zombie persigue a los protagonistas enclaustrados en una escuela, está tan poco llevada al extremo que termina por ser ridícula.

En una era post-The Walking Dead lo que queda muy claro es que ya no se vale hacer una serie de zombies cualquiera. El tema está choteado y la audiencia esperamos más. Los muertos vivientes se alimentan de cerebros, y es el mínimo órgano que pedimos que los guionistas usen a la hora de crear.

A este apuesta de SyFy para el otoño le damos un 2.

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