Victoria llega al resturante donde quedamos de vernos con el teléfono en mano. Como toda millennial que se respete, no suelta el Smartphone ni un momento. Su cabello oscuro enmarca un rostro afilado y cuando se sienta frente a mí, me cuesta trabajo pensar que hace 23 años esta chica nació en un cuerpo de sexo masculino.

Ella no tiene problemas en decir su edad: sabe que para lo joven que es ha logrado mucho y afirma que cuando tenga 50 años seguirá diciendo su edad con el mismo orgullo, sin quitarse años. Es vegetariana, Youtuber y se dedica, entre muchas otras cosas, a crear contenidos acerca de su experiencia como chica trans en México.

– Victoria, ¿cuál fue el momento en el que decidiste asumir tu nueva identidad?
– No es que haya decidido asumirlo. No desperté un día y me di cuenta de que era mujer. Desde que tenía 6 años o antes ya empezaba a mostrar signos de que era diferente. Primero pensé “pues soy gay, porque me gustan los hombres y soy femenina”. Pero tampoco me sentía identificada con los gays. Sentía que no encajaba. Para vestirme me pintaba el pelo de colores, usaba tacones y maquillaje, pero también combinaba elementos tanto masculinos como femeninos. Pero luego me di cuenta de que me identificaba mucho más con lo femenino y me puse a pensar qué quería de mi vida, con quién me quería casar, como me veía a mí misma de viejita y dije: ¡no, no me veo de hombre! Incluso de chiquita no me gustaba que me cortaran el cabello, algo tan simple ya era muy simbólico para mí.

– ¿Cómo fue tu primer amor?
– Se llamaba Christopher, estábamos en el kinder, más bien en prepri, jaja. Era mi mejor amigo y le di un beso, evidentemente todos se escandalizaron. Pero eso era lo que yo sentía, yo decía que lo amaba, mi mamá me dice que ese día regresé llorando. Ya luego mi primera relación “seria” la tuve hasta los 15 años y duramos un mes nada más. Esto fue en Querétaro porque yo soy de allá.

– ¿Cómo vive las relaciones una persona trans?
– El amor para todos es difícil, ahora imagínate para alguien que no se encuentra conforme con su cuerpo. Por fin encuentras una persona que podría ser perfecta para ti, pero lo físico es una barrera muy difícil de superar.

-¿Qué papel jugó el apoyo familiar en tu aceptación?
-A mis amigos les dije primero y unos meses después a mi hermana y a mi mamá. Sólo querían que yo estuviera bien y que supiera que estaban ahí para apoyarme. Fue un alivio.

– ¿Cómo comenzaste a informarte de lo que es ser trans?
Youtube fue mi gran aliado. En México hay muy poca información respecto a este tema. Bueno, ahora ya hay un poco más, pero yo justo empecé a hacer videos sobre estos temas porque casi no había nada de información. Por eso Internet me ayudó tanto, porque vi que había personas que se sentían igual que yo: excluidas, que no encajaban, que estaban en el cuerpo equivocado. Y ya después acudí a la Clínica Condesa, donde supe que dan orientación psicológica para las personas que estamos en este proceso. Y ahí vieron que tenía lo que se conoce como disforia de género. Ellos diagnostican que no seas una persona con esquizofrenia o que no seas alguien que está encubriendo su identidad por problemas con la ley, por ejemplo. Pero seis meses después ya pude comenzar mi tratamiento hormonal.

Ser trans en México: el peso de la burocracia y la discriminación

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Victoria 2 (Cortesía)

Victoria consulta su celular. No es descortés o poco atenta, sino que es parte de un acto reflejo que define a una generación que ha crecido en un ambiente digital. A ella le tocó un entorno más o menos favorable: una ciudad que presume de ser tolerante con la diversidad y el apoyo de su familia que la acompañó en su proceso. Sin embargo, tuvo que lidiar con el papeleo y las trabas que impone la burocracia mexicana para obtener su nueva identidad con todas las de la ley.

– Tuve que obtener unos papeles del IMSS y del ISSSTE para luego poder inscribirme al Seguro Popular. Luego, al fin pude tramitar mi nueva IFE, ahora INE, y comenzar mi tratamiento hormonal. Ese fue el día más feliz de mi vida. Ese mismo día me fui de la casa de mis tíos que era donde vivía ya aquí en el DF. Fue iniciar una nueva vida completamente, una vida que sí me gustara. Ese mismo día también me hice mi primer tatuaje.

– ¿Cómo elegiste tu nombre?
– Alguna vez le pregunté a mi mamá cómo me habría puesto si yo hubiera nacido en el cuerpo indicado y me dijo: “Victoria”.

– Además es un nombre muy poderoso, el nombre de una conquistadora.
– Yo nací de 8 meses y mi mamá tuvo muchas amenazas de aborto. Para mi mamá fue una victoria tenerme. Y luego de bebé pasé por muchas cirugías y mil cosas. Por eso es que resultó una victoria mi vida. Además yo siempre fui muy fan de las Spice Girls y Posh era mi favorita. Entonces como que todo se acomodó.

– ¿Cómo viviste la discriminación?
– Es ignorancia, a veces la gente no entiende y se queda en shock. El primer año de mi transición fue horrible. Fueron cambios corporales y de humor, pero encima fue como ser indocumentada en mi propio país. Hay discriminación en todas partes: escuela, restaurantes, antros, baños. Una vez me sacaron escoltada de un baño en una plaza, en Reforma 222. Mesacaron entre 6 policías como si fuera narcotraficante. Y lo peor es que trabajaba ahí, fue una estupidez. Imagínate la pena de que te escolten los policías. Es tener los reflectores encima y no de una buena manera. Pero los reflectores a veces son también una responsabilidad que uno debe aprovechar.

– ¿Y ya te hiciste la cirugía de reasignación sexual?
– No, planeo hacérmela a fines de año en Tailandia. Pero es una cirugía muy cara, está en aproximadamente 350,000 pesos, además del viaje y los medicamentos.

– Y además es algo que en teoría debería darte el Estado.
– Pff, pero si aquí ni el pasaporte te pueden dar…

– ¿Entonces aún teniendo tu acta de nacimiento e INE que avalan que eres mujer no te pueden dar el pasaporte?
– Llevo 8 meses queriendo sacarlo pero no me lo quieren dar, porque como hice mi cambio de nombre ahora ellos me dicen que estoy queriendo hacer robo de identidad. Como mi acta de nacimiento nueva dice “año de registro 2015” su sistema no les deja ingresarlo porque no entienden que no nací en 2015, sino que fue el año que me registré. Y los abogados no han podido hacer nada.

No me interesa ser activista

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Victoria 3 (Cortesía)

– Me decías que al tener los reflectores, también hay una responsabilidad social.
Así fue como comencé a hacer videos, documentando mis cambios, cómo es que mi cuerpo y mi personalidad iban cambiando. Pero trato de hacerlo cada vez con cosas menos personales. Me gusta ayudarlos a que no se sientan solos, que sepan que está bien que sean como son. Todo vale la pena cuando me llega un mensaje de alguien que me dice que no se suicidó o que decidió no estudiar contaduría para dedicarse a la moda.

– ¿Te consideras activista?
– No. Creo que todas las personas que nos exponemos al ojo público hacemos un trabajo de un humano que quiere ayudar a otros humanos. A mí no me interesa meterme al mundo de los activistas porque hay mucho protagonismo. Hay muchos egos, ganas de estar en el spotlight y tal vez un poco de coraje de que una niña de 23 años ha llevado más lejos su mensaje que muchas de ellas. Es un medio muy tóxico el del activismo trans. Así que no, no me considero activista pero sí he hecho un trabajo de conciencia social, un poco sin querer.

– ¿Qué piensas de la palabra tolerancia?
– Es una estupidez. La gente no tiene por qué tolerarte. ¿Quiénes son ellos para decir que decir que son mejores? Hablemos mejor de aceptación. Nadie puede darte el permiso de existir.

– Finalmente ¿cuál es el mensaje que le quieres dejar a las personas que ven tus videos o que leyeron esta entrevista?
– Que se atrevan a ser quienes son. Yo no me veo a mí misma frustrada y quedándome con ganas de nada. Me gusta pensar que todo puede pasar, me emociona despertarme a diario y saber qué es lo que va a pasar ese día. Eso me motiva y lo que me mantiene viva todos los días.

A Victoria, la vida se le desborda en cada palabra. Habla fuerte y claro, no hay manera de pararle la boca y es gracias a ese carácter tan abierto que ha logrado que su voz se escuche con tanta claridad a pesar de tener sólo 23 años. Una mujer que es una Victoria en sí misma; una mujer que, sin temor a la redundancia, en el nombre que hoy ostenta lleva el destino tatuado.

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