¿No te pasa, querido muchacho del interior de la República, que cuando vas al DF te enfrentas a la primera prueba de fuego de la vida? El metro es un laberinto que, admitámoslo, es bastante difícil de usar (claro, eso no pasa con los chilangos, que nacen con un chip que les indica dónde subirse y bajarse). Ni siquiera viendo el mapa uno se lo aprende a la primera, así que te recomendamos seguir esta guía:

1.
Siéntate junto a un anciano. Los ancianos siempre saben qué hacer.
2. Donde veas que se baja mucha gente, bájate tú. Los sociólogos siempre recomiendan seguir a las multitudes.
3. Si te equivocaste de dirección, no te cambies de vagón: espérate a que llegue a la última estación y luego espera a que el metro inicie su recorrido otra vez.
4. No te aprendas los nombres de las estaciones, sino los dibujitos y los colores.
5. Trata de no caer en el hoyo negro que es Pantitlán. Evítalo como si fuera la peste.