Señoritas chilangas que nos favorecen con el favor de su lectura, tendrán que voltear para otro lado.
Llegó el momento de la sensibilidad masculina, el momento en el que abrimos nuestros sentimientos y tenemos que hablar de un tema especialmente sensible para la banda masculina pelo en pecho, barba tupida, voz de espartano, alfa. Si todavía siguen aquí leyendo, les pedimos que no nos juzguen: somos como cavernícolas.
El baño de los hombres, con su larga fila de mingitorios, podría parecer algo muy sencillo: vas, haces lo tuyo, te lavas las manos —en el mejor de los casos— y listo. Pero no, tenemos que encontrar reglas y hacer un manual de buenas maneras tipo Carreño porque esto se está descontrolando. Antes de comenzar con ello recordemos la bonita poesía que dice “Ya lo dijo Sócrates, ya lo dijo Platón, la última gota que meo, se queda en el pantalón” #ElGaaaaaas

1.- Es baño, no es sala de juntas

Regla número uno: cuando te encuentras a un amigo en la fila de mingitorios, hay que dejarlo hacer lo suyo y no recordarle que en 10 minutos tiene que entregar la presentación de Power Point. No hay nada más molesto que estar platicando mientras tienes a tu amiguito de fuera ¿cómo se les ocurre? Ahí estás viendo al frente, o con la mirada al techo tratando de contestar ¡Respeto, señores!

2.- No se saluda de mano en el baño

Otra: no importa que te hayas encontrado a tu compadre el de sistemas, no se den la mano ahí adentro. No sabes si acaba de hacer lo suyo, si apenas se va a lavar la mano o si acaba de lavárselas. Todavía hay quien se las seca a toda prisa en los muslos del pantalón y en vez de ofrecerte la mano te da la muñeca (no lo nieguen, todos lo hemos hecho). En serio, con un “¿qué onda, wey?”, basta.

3.- No se habla a través de las paredes

Escena de terror. Entra un cuate al baño y tú estás en el cuartito de los hombres solos “Oye wey ¿estás ahí?”. Tú desde adentro, agarrándote las tripas “ajáaa”. Tu amigo: “Oye wey, apúrate porque te acaban de llamar de recursos humanos”. Tú pujando para adentro de tu ser: “Ajáaaa, vooooy”. Tu amigo (ahora examigo porque ya lo odias) “Pero apúrate ¿qué tanto haces?”. Tú: “Ya vooooooy” ¡Déjenme en paz!

4.- Hay que lavarse las manoplas

Aquí miles de mujeres dirán “eso es obvioooo”, pero a ver hombres ¿cuántos de estos casos han visto en la semana? a) Se enjuagó solo UNA mano b) Se enjuagó las manos y no usó jabón c) No se lavó las manos, solo tomó un pedazo de papel d) Del mingitorio a la puerta, sin escalas. Ajá mujeres, ajá. Y así nos saludan jo jo jo.

5.- Apúrateeee

Los baños de las oficinas sirven para esto: echarte una jugada en tu celular, leer el periódico, echarte una jetita, mandar mensajes de whatsapp con la novia, rascarte la nariz y cavilar sobre la paz mundial. Mientras, afuera hay una larga fila de hombres… que quieren hacer lo mismo. Échale ganas al pujidito y mejor encuentra otro lugar para perder el tiempo.

6.- Limpieza y pulcritud

Bueeeeno, esto ya es mucho pedir, pero solo deseamos varias cosas: no entrar a un baño que parezca la playa de Normandía, y no querer sentarnos y que esté tan mojado todo que parezca que pasó el jardinero por ahí. Ya con eso. Un amigo acá sugiere que en los baños de hombres pongan una bomba pa’ destapar pero conociéndonos eso sería un desastre nuclear. En serio: hay algunos que parece que pasó Hulk por ahí después de comerse unos tacos de suadero.
Acabamos con la regla de oro del baño masculino: siempre que se pueda, se deja un espacio entre cada mingitorio. Y le agregamos una más que vimos en una cantina: si bateas corto, acércate a la base ¿Hay un hombre que incumpla con estas reglas en tu lugar de trabajo? ¡Quémenlo en los comentarios!

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