¡Por fin un proyecto en el que Taylor Kitsch no parece un completo bólido de fracaso! Y lo decimos en el mejor de los sentidos. Pero nos estamos adelantando. Este domingo 21 por HBO se estrena la esperadísima segunda temporada de True Detective y seguramente tú, como nosotros no puedes esperar el momento de volver a ese oscuro mundo de misterios, esquizofrenia social y dolores de infancia.

Es bien sabido que las temporadas de True Detective son un arco cerrado. Empiezan y terminan con la historia de ciertos personajes y para la siguiente nos vemos lanzados a una trama completamente distinta y nuevos detectives a los cuales conocer. En esta segunda temporada ya no existen Rust Cohle ni Martin Hart, y ya no vamos viajando de década en década en el transcurso de la historia. Aquí hay nuevos rostros: por un lado tenemos a Ray Velcoro (Colin Farrell), nuestro aproblemado y alcohólico detective protagonista cuyas lealtades son continuamente puestas a prueba entre un mafioso, el corrupto gobierno que le paga su sueldo y la policía de moral inquebrantable, Ani Bezzerides, interpretada por Rachel McAdams.

También en la mezcla están Paul Woodrugh (ahora sí, Taylor Kitsch), un ex militar, ahora policía de caminos que parece tener un severo problema de identidad sexual y Frank Semyon (Vince Vaughn), el mafioso que por primera vez en su vida quiere hacer las cosas con todas las de la ley, pero todo parece conspirar en su contra. Todos estos personajes se unen en el intento de resolver un asesinato que pone al condado de Vinci de cabeza, cada uno con razones extremadamente egoistas y con lealtades que no pueden sino chocar y estallar en algún momento de la serie.

La pregunta obligada, ¿pero es tan buena como la primera?

Los que vimos la primera temporada de este drama con Matthew McConaughey y Woody Harrelson sentimos que estábamos viendo un evento único en la vida. De esos proyectos que parecen aparecer una vez cada cien años que se sienten diferentes, motivados por las razones correctas y producidos con una calidad sin igual. Todo en TD, las actuaciones, la historia, los diálogos, la fotografía, todo nos hacía sentir como que estábamos siendo parte de algo irrepetible. Y de algún modo, lo fue.

Esta segunda temporada no te hace sentir tan especial como aquella primera vez. De entrada y pasando los primeros 15 minutos del primer capítulo sí se extraña el mood tan melancólico y punzante que Rust y Martin nos infundieron desde el momento en el que encontraron un cadáver desnudo en medio de un pantano. En esta segunda temporada hay cosas que se sienten un poco forzadas, ensayadas, como si alcanzáramos a ver las ganas que tiene Justin Lin (el director de los primeros dos episodios) de repetir lo que alguna vez fue True Detective.

La historia se divide en muchos más personajes y tal vez es por eso que de pronto pierde su peso gravitacional. Hay historias como las de Ray Velcoro y Ani Bezzerides por las que estás dispuesto a invertir todo, pero la cosa se afloja cuando Frank Semyon entra a escena. Por un lado tenemos a actores de la talla de Colin Farrell, Taylor Kitsch o Kelly Reilly que cumplen a la perfección con lo que se les pide de su personaje, pero por otro, está Vince Vaughn, tratando de darnos un villano que, de acuerdo a un diálogo de la serie, tendría que tener locura en sus ojos y provocar miedo con la pupila, y sin embargo todo el tiempo parece como que está intentando mantenerse serio para que olvidemos que alguna vez hizo The Internship.

Rachel McAdams, sin embargo, en su primer papel para la televisión desde hace una década, es la gran sorpresa de esta temporada. La actriz a la que ya teníamos encasillada como estrella de comedias románticas, rompe su propio molde y se apropia de cada una de las escenas en las que aparece como una detective que no está dispuesta a ser subestimada por nadie del género opuesto. Éste es el personaje que hace que todo funcione.

Entonces, seamos claros, True Detective, segunda temporada, no es gloriosa como lo fue la primera, pero sigue siendo un producto calidad HBO que uno no puede perderse. Los fantasmas que persiguen a nuestros protagonistas son tan crudos como los queríamos, el cadáver al centro de todo nos llena de dudas como esperábamos y hay escenas que dejan perplejo tal como lo necesitábamos para nuestros domingos por la noche. Y Taylor Kitsch…bueno, por lo pronto Taylor Kitsch está a salvo de regresar para una Battleship 2 y seguir arruinando su carrera. Que ya es algo.

Calificación: 8.5