Temas de conversación (casi) diaria para los introvertidos.
Por Felipe Soto Viterbo

Miércoles 25 de noviembre

Lamento no haber escrito en este espacio recientemente, pero estaba
resolviendo sudokus. Sí, tengo esa debilidad. Como vicio es lo menos
glamoroso del mundo, ninguna guapa transeúnte te ve resolviendo un
sudoku en tu Blackberry y piensa, excitadísima, mira a ese sujeto
resolviendo sudokus, seguramente es alguien interesante, ea, voy a
intentar hablar con él, ¡quiero conocerlo!

Es curioso, los tipos que fuman tienen mal aliento, pero se dan aire
interesante. Por alguna razón incomprensible para mí, fumar es un
vicio sexy. Yo no fumo. Los alcohólicos son unos tipos pesados, que te
repiten cada cinco minutos lo que dijeron hace cinco minutos porque ya
olvidaron habértelo dicho y, sin embargo, los alcohólicos tienen éxito
social: un sobrio en una fiesta tiene cara de conductor designado y
sólo piensa en la de personas en estado lamentable que tendrá que
dejar en la puerta de su casa nomás se acabe la maldita fiesta.

Constata, además, que en ausencia de unas cervezas en su torrente
sanguíneo la mayoría de las asistentes pierden el 70% su sex appeal.
Yo tampoco bebo mucho, pero juego al sudoku. Soy, a mi pesar, bastante
malo resolviéndolos. Para quienes nunca han intentado resolver uno, se
trata de esto: un cuadrado de 9 x 9 en el que debe de acomodar los
números del 1 al 9 sin que se repitan. Eso es todo. En esa ciencia soy
un practicante promedio.

Alguna vez leí que la cantante Pink juega al sudoku. No me gusta Pink,
aclaro. Le tomaron unas fotos en la playa y en vez de aparecer
topless, como correspondía, el escándalo era que por resolver sudokus
no anduvo topless. Lo que demuestra que el mundo es un poco peor desde
que la gente elige vicios numéricos que inhiben la comunicación,
incluso la amarillista.

Sugerencia como tema de conversación: mejor habla del clima. En el
improbable caso de que te encuentres con otro aficionado a los
sudokus, no hay manera de platicar del asunto.

—¡Qué bien que también juegues al sudoku, yo pude resolver el otro día
uno de nivel avanzado!

—Ah…

Y entre ambos se abre un silencio impenetrable.

Jueves 19 de noviembre

La vida social de las plantas

Mi abuela creía que si le hablaba a las plantas, éstas iban a florecer de mejor manera. No creía por mera superstición. Realmente lo creía así y se comportaba en consecuencia. Tomaba su jarrita de agua y regaba las plantas mientras las saludaba por sus nombres y les preguntaba, respondiéndose ella misma, por sus retoños o discutía con ellas el problema de los caracoles del jardín.

Nunca supe si tales conversaciones realmente le brindaban plantas más bonitas. Si alguien le habla a las plantas, supongo, lo de menos es el tema de conversación, sino que perfila a una persona preocupada por sus cultivos, y que más bien los esfuerzos provenientes de esa preocupación serían los que rendían frutos. Más tarde leí que el dióxido de carbono emitido al hablar realmente ayudaba a la planta en sus procesos químicos, mismo que ellas devolvían como oxígeno. Tal vez. Pero en todo caso, da igual echarles aire viciado a las plantas que platicarles.

Hoy leí algo todavía más inquietante: las plantas tienen vida social. Películas como El fin de los tiempos (The Happening, de Shyamalan) sugieren que los árboles se comunican. Aunque claro, eso es una película.

Por un instante pensé en el momento en que el reino vegetal llegara a Facebook, que empezaran a taguearse los árboles entre sí —lo cual habla de lo infantil de mis elucubraciones—. No, la cosa, es más simple. Aparentemente, si uno siembra plantas de especies distintas en una misma maceta, éstas intentan crecer sus raíces lo más rápido posible. Caso contrario si uno siembra plantas de la misma especie: las raíces crecen más lento, como si entre familares se “reconocieran” y dejaran de competir por el agua. Eso, para los científicos es “vida social” en los vegetales.

Sugerencia como tema de conversación: Si tu grupo de amistades se compone básicamente de los helechos que tienes en tu casa, diles que ya te enteraste que entre ellos conversan. No van a quejarse.