Según la historia, el género masculino ha sido el encargado de traer consigo a grandes mentes desde Aristóteles hasta Julio Cortázar. Sin embargo, las críticas de las mujeres señalan que no somos tan brillantes como pensamos, demostrando así que, de hecho, ellas son mucho más listas. Y, honestamente, tienen razón en algunas de sus declaraciones.

Es hora de aceptarlo. Todos hemos sido tachados de inmaduros al menos en alguna ocasión. Desde que éramos unos infantes y peleábamos por tazos hasta adultos, que pelamos por futbol. Por más intelectuales que seamos, siempre tendremos un lado infantil que buscará salir a la menor provocación.

Hombres, ¿somos hombres o payasos?…¡EXACTO!

Aquí algunas señales de que siempre seremos adolescentes. Mujeres, si nos faltó alguna escríbanla en los comentarios, pero tengan piedad… ¡por favor!

– Miedo al compromiso

Para nosotros, en las relaciones todo es risas y diversión hasta que la cosa se empieza a poner seria. Cuando descubres ropa de ella en tu cajón, su pijama y llaves empiezas a sudar. Pero cuando la palabra ‘matrimonio’ sale al aire, el pánico es inevitable. La graciosa huída suena muy simpática.

– ¿Qué me ves?

Típico que vamos por la calle conduciendo nuestro automóvil y se nos cierra algún bienaventurado. Esa es ya razón suficiente para querer repartir puñetazos. Así de fácil. O cuando, en un bar alguien se le queda viendo a la novia de otro ¡uuh! sale lo ‘machito’ y la diversión de la noche termina. Lamentable,

– Los juguetes son nuestra adicción

Antes eran tazos, game boy y estampitas Panini; ahora son gadgets, autos y relojes.Nos quejamos cuando ellas van de compras, pero nosotros pasamos horas viendo el nuevo lanzamiento de Apple, o pensando en qué carro luciría mejor nuestra hermosa sonrisa.

– La comedia (no) es lo nuestro

Tenemos el talento de hacer stand up de nuestras vidas en el peor momento posible. Nuestro cerebro nos obliga a pensar que hacer una broma a la mitad de una discusión de pareja es muy buena idea. En nuestra mente somos mejores que Woody Allen, aunque tenemos la ‘gracia’ de los de Guerra de Chistes.

– El alcohol nos vuelve bebés

Quizá una de las cosas que más nos remiten a la infancia es el abuso del alcohol. Ahí sale el eterno adolescente: peleamos, lloramos, reímos, vomitamos, pero sobre todo, pasamos vergüenza intentando mantener el equilibrio luchando contra la gravedad. Lo curioso es que, días después, narramos que bebimos una botella entera de bacacho, como si fuera algo bueno y productivo.

– Rechazo al rechazo

Cuando terminamos (casi siempre nos terminan) una relación optamos al exilio digital y bloqueamos de todas nuestras redes a las ex. Las apartamos de nuestro mundo y declaramos que nosotros las cortamos. Pero en secreto nos metemos a stalkear sus cuentas pa’ ver si nos extrañan.

– Yo más que tú

No hay forma de que perdamos. Siempre somos más que nuestros similares. Presumimos de tener/ser más que ellos. ¿Que te compraste el iPhone 5? Goei, ya ya encargué el 6, o sea. ¿Que el nuevo novio de mi ex está súper mamey? Equis, yo soy más simpático (léase el cuarto punto)

– La pasión

Cuando algo realmente nos apasiona nos volvemos más necios que una mula, más tercos que el Chepo dirigiendo la selección. Más ridículos que Kanye West diciendo que es el mejor rapero de la historia.