Hace un tiempo llamó la atención el cambio que lucíaGabourey Sidibe en una imagen donde parecía que había bajado mucho de peso. Sin embargo, se descubrió que todo era una farsa pues hicieron un fotomontaje de su cabeza superpuesta en el cuerpo de una modelo de tallas extra.

Pero no se alarmen, así hacemos con quienes tienen unos kilitos de más. Como resulta catastrófico que no tengan las medidas prescritas por el modelo “universal” de belleza, están sujetos a una especie de guillotina social y se tienen que chutar cosas como:

1. Que todos nos compartan dietas, como quien no quiere la cosa. De repente llegan con una hoja llena de indicaciones para que comamos lechuga y agua todo el día. ¿Nos vieron cara de conejo o qué onda?

2. Que nos digan: “Tienes una cara muy bonita, lástima que estés tan gordita/o”. Tener unos kilos de más te convierte en automático en una bruja.

3. Escuchar a las que están ultra delgadas decir que ya subieron 200 gramos. Sí, doscientos gramos. Y lo peor es que lo dicen frente al espejo, levantándose la blusa y luciendo un abdomen plano.

4. Sufrir cuando vemos que los asientos son diminutos. Uno queda siempre como Horacio. Y a veces no hay chance de juntar dos sillas, así que a chutarse los malabares para sostenerse sin caer.

5. Que nos digan que tiremos esos jeans porque “nunca bajaremos de peso”. Vivimos esperanzados en que algún día entraremos en los pantalones que usábamos en la prepa. ¿Qué pues? ¿Acaso uno no puede tener alguna ilusión?

6. Que nos den las sobras de la comida. O sea, que estemos llenitos no significa que nos compartas toda la comida que ya no quieres y que nos la comamos como la niña del comercial de margarina. Peor aún si está llena de babas. Guácala.

7. Ir a una tienda de ropa y que nos digan: “no manejamos tallas para usted”. ¿Y qué tal que me gusta usar talla chica-me-estoy-asfixiando? ¿Me vas a argumentar algo?

8. Que tengan miedo de ir a un bufete con nosotros. Ser gorditos no nos convierte en comelones compulsivos.

9. Que crean que jamás encontraremos pareja. Bah, para todo hay gustos, señores.

10. Que nos digan que tenemos que usar traje de baño completo. ¿POR? ¡Bendita libertad de usar lo que a uno le dé la gana!

11. Que nos sugieran que ya le bajemos a la comida. Entendemos que lo hacen porque les preocupa nuestra salud, pero ¿no creen que eso lo decidimos nosotros?

12. Que nos pidan ser dama en una boda y que tengamos que usar el modelo de un vestido que no nos queda. Sí, ese que te deja una especie de trasero en la parte superior de la espalda.

13. Que crean que no podemos hacer ejercicio. Quizá nos cansemos un poquito de más, pero eso no significa que no podamos mover estas curvas con estilo.

14. O que tenemos el autoestima por los suelos. A muchos nos gusta lo que vemos en el espejo.

15. Que nos pongan apodos “chistosos”. Pokebola, Big Mama, Big Mac, Willy, Michelin.

16. Que celebren con fuegos artificiales que bajamos un kilo. Serenos, sólo es uno.

17. Que nos digan: “señora” (aun cuando no lo somos). Triste, pero cierto.

18. Que nos pregunten si estamos embarazadas. -_-

19. Que nos digan: “¿no crees que tener tanto sobrepeso afecta tu salud?”. Sí, lo sé, TODO el mundo me lo dice a cada rato.

20. Que nos hagan sentir de menos. Porque todo se reduce al cuerpo. A las medidas y a cómo los demás consideran que uno debe lucir.

No significa que los somos talla XL queramos hacer una apología a la gordura, pero conocemos nuestras limitaciones y también nuestros aciertos. No necesitamos a alguien más que nos lo diga a cada rato. ¿Estamos?

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¡Al fin, un bufete de tacos al pastor!