El turismo extranjero se derrumbaba: la recesión mundial, la inseguridad y la carestía de México arruinaban hacia 1974 esa fuente de divisas. En su intento por renovar el sex appeal nacional, el ex presidente Miguel Alemán, líder del Consejo Nacional de Turismo (CONATUR), ideó un novedoso certamen de belleza: Señorita Turismo. Como exhibirse en huipil o recitar la belleza del Pánuco no tentaba a las modelos, convocó a guías y alumnas de hotelería de todo el país.

Mariagna Prats, estudiante de turismo en Cuernavaca, oyó la propuesta de sus compañeros: ser candidata del inminente Señorita Turismo Morelos 76. De hermoso cuerpo, ojos verdes e inglés perfecto, la chica de 18 años aceptó. Pero les avisó que faltaba una aduana: su papá.

«Olvídenlo», respondió Ramón Prats, catalán de mirada de águila y curtido en el exilio, el día que le pidieron permiso. «Insistieron y aceptó —dice Dorothy Donovan, mamá de Mariagna—, pero les hizo firmar un papel: no usaría traje de baño.»

En el Jardín Borda de Cuernavaca logró el título ante unas 30 morelenses. Su próximo reto era la final nacional de Señorita Turismo, que en el Centro de Convenciones de Acapulco transmitiría Siempre en Domingo.
Mariagna y la ganadora del DF Costanza Viale compartieron un cuarto con vista al Pacífico en el hotel Condesa del Mar. «Las demás dejábamos la ropa desordenada; ella tenía todo acomodado», indica Costanza.

La mañana del 24 de octubre de 1976 Mariagna llegó al Centro de Convenciones para el ensayo general. Paty Chapoy —auxiliar de Raúl Velasco— coordinaba a maquillistas y peinadoras, pero era la madre de la joven quien la retocaba. Pese a que la crisis estaba explotando justo a esas horas —el Banco de México retiró su respaldo al peso—, la Costera era una tropelía peleando por taxis pues los camioneros estaban en paro. Cinco mil personas atestaron el lugar para ver un Siempre en Domingo engalanado por Diego Verdaguer y Miguel Gallardo: la demanda de boletos triplicó lo previsto.

En el desfile tradicional las chicas sonrieron en atuendos coloridos a lo Amalia Hernández, peinadas con giros, amarres, capullos. Mariagna, de pelo suelto, usó un vestido de manta simple. Posó reservada y pasó a la final. Toda de blanco, dio un ágil discurso en inglés. «Impresionaba su aplomo», dice Constanza, también finalista. Velasco mandó al «aún hay más» y el jurado deliberó.

El conductor tomó el micrófono: se hizo el silencio. Mariagna oyó su nombre y rompió en llanto. En un trono al lado de un sol de utilería, recibió exultante la corona. El lunes, en la portada del Novedades de Acapulco la reina sonreía junto al título: «Mariana Prat (sic) de Morelos Señorita Turismo 76».