En este mundo donde el trabajo es una virtud, los ninis son los parias de la sociedad y donde nos exigen dar el 110% de nuestro rendimiento (lo cual es técnicamente imposible, ridículo… e ilógico) es muy difícil decir cuándo estás abusando de trabajar y cuándo eres la persona más productiva de tu grupo de cuates.

Y es que workaholics hay muchos y de diferentes tipos: está el freelancero, que sabe que si no trabaja de más no saca lana; existe también el workaholic emprendedor, que trabaja mucho porque su negocio crezca; pero está también el workaholic de oficina, que se pone la camiseta por la empresa y que va a todos los cursos donde le meten la idea que su trabajo es tan necesario que sin él, el mundo se puede caer.

Una cosa es trabajar tu jornada completa y otra, que ya no tengas vida por eso. En otros países las cosas están cambiando (por ejemplo, en Francia está prohibidísimo contestar correos en horas no laborales). Pero pongamos un parámetro ¿te ha pasado alguna de estas señales que indican que te estás convirtiéndote en un workaholic?

1.- Eres la persona que tiene más volantes de todas las fondas, torterías, sushi y comida corrida de toda la oficina, porque siempre prefieres quedarte a “adelantar”.

2.- Tu frase favorita es “quisiera que los días tuvieran por lo menos 28 horas”

3.- Constantemente estás checando tu correo del trabajo… aunque sea sábado por la noche.

4.- La manera en que te saludan y te despiden del trabajo es “¿Ya tan temprano por aquí?” o “¿A poco todavía no se va?” (generalmente es el velador el que te dice eso).

5.- Llevas más de 4 días comiendo en tu escritorio, porque no tienes tiempo ni de saborear ese pollito con mole con tus amigos.

6.- Tu cajón está lleno de artículos de higiene (como cepillo de dientes o desodorante), pero también tienes una camiseta extra, un par de medias, una corbata por si las dudas y hasta calcetines.

7.- Has descuidado tu vida personal: en tu casa hay un cerro de ropa sucia y cuando buscas algo para ponerte buscas entre la que tiene menos puestas

8.- ¿Te ha pasado que sueñas con la junta del otro día y te despiertas cansadísimo y con los puños apretados? ¡horror!

9.- Tu vida social es nula. Siempre dices con cierto orgullo “no puedo ir hoy a la cantina, porque tengo que hacer la presentación del lunes”.

10.- Te quedas dos horas más en la oficina con la esperanza de que al otro día estés más relajado… pero eso nunca pasará porque sigues teniendo la misma cantidad de trabajo.

11.- Te la pasas buscando apps de productividad en tu smartphone… ¡y lo peor es que ya tienes todas!

12.- Te desesperas porque los demás no trabajan a tu ritmo… ¡pero 12 horas diarias no hay quien las aguante, más que tú!

13.- Los workaholics son como los hipsters: nunca van a reconocer que lo son, aunque todos les digan lo contrario.

14.- No descansas ni en las vacaciones: tu cerebro está enchufado telepáticamente a tu escritorio y te angustia saber si dejaste todo bien.

15.- Llegas a las 6 de la mañana a trabajar o te quedas después de las once y tu justificación es que “así se trabaja mejor, cuando no hay ruido”.

16.- Empiezas a sufrir el deterioro de salud: dolor lumbar, dolores de cabeza, abdomen pronunciado ¡haz ejercicio caray!

17.- Cada vez que alguien te dice “Buen trabajo, López” sientes que te acaban de nombrar caballero de la mesa redonda.

18.- No sabes decir no. Mientras más proyectos te echen es mejor, te da orgullo poder con todo ¡venga ese convenio!

19.- Cuando tienes tiempo con tu pareja (si es que tienes) en vez de darle al amor… te quedas dormido o le cuentas tu descontento laboral.

20.- Terror en el Metro: cuando te das cuenta de que dejaste el celular junto a la cama ¡arghhh!

Si te identificaste con algunas de ellas, aguas. No queremos que al rato te dé un infarto al miocardio cuando estés pasando tu presentación ¿verdad? ¡Bájale al ritmo!

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