Por Baxter, que invariablemente se apodera del iPod pasados unos cuantos brindis innecesarios.

Siempre hay un momento en todas las fiestas en donde ya todo valió. Para bien o para mal, el playlist que pusiste para amenizar tu fiesta fue invadido por un ejército de iPods asesinos, todos equipados con un catálogo asesino distinto. Es ahí cuando las fiestas, de cualquier índole, se unifican para cantar los himnos universales de las borracheras.

En sus marcas, listos, ¡salud!